Página 384 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

380
Profetas y Reyes
Mediante estratagemas incontables y de las más sutiles y crueles,
intenta obtener su condenación.
El hombre no puede por sí mismo hacer frente a estas acusacio-
nes del enemigo. Con sus ropas manchadas de pecado, confiesa su
culpabilidad delante de Dios. Pero Jesús, nuestro Abogado, presenta
una súplica eficaz en favor de todos los que mediante el arrepenti-
miento y la fe le han confiado la guarda de sus almas. Intercede por
su causa y vence a su acusador con los poderosos argumentos del
Calvario. Su perfecta obediencia a la ley de Dios le ha dado toda
potestad en el cielo y en la tierra, y él solicita a su Padre misericordia
y reconciliación para el hombre culpable. Al acusador de sus hijos
declara: ¡Jehová te reprenda, oh Satanás! Estos son la compra de
[431]
mi sangre, tizones arrancados del fuego. Y los que confían en él
con fe reciben la consoladora promesa: “Mira que he hecho pasar tu
pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala.”
Zacarías 3:4
.
Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de
Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y veraces.
Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. Este no dejará
que una sola alma que con arrepentimiento y fe haya pedido su
protección caiga bajo el poder del enemigo. Su Palabra declara:
“¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz, sí, haga paz
conmigo.”
Isaías 27:5
. La promesa hecha a Josué se dirige a todos:
“Si guardares mi ordenanza, ... entre éstos que aquí están te daré
plaza.”
Zacarías 3:7
. Los ángeles de Dios irán a cada lado de ellos,
aun en este mundo, y ellos estarán al fin entre los ángeles que rodean
el trono de Dios.
La visión de Zacarías con referencia a Josué y el Angel se aplica
con fuerza especial a la experiencia del pueblo de Dios durante las
escenas finales del gran día de expiación. La iglesia remanente será
puesta entonces en grave prueba y angustia. Los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús sentirán la ira del dragón y
de su hueste. Satanás considera a los habitantes del mundo súbditos
suyos; ha obtenido el dominio de muchos cristianos profesos; pero
allí está ese pequeño grupo que resiste su supremacía. Si él pudiese
borrarlo de la tierra, su triunfo sería completo. Así como influyó en
las naciones paganas para que destruyesen a Israel, pronto incitará
a las potestades malignas de la tierra a destruir al pueblo de Dios.