Página 394 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
residuo que volvería. La inspiración los comparó al “cogollo de
aquel alto cedro,” que sería plantado “sobre el monte alto y sublime;
en el monte alto de Israel.”
Ezequiel 17:22, 23
.
Aquellos “cuyo espíritu despertó Dios” (
Esdras 1:5
), eran los
que habían regresado bajo el decreto de Ciro. Pero Dios no dejó
de interceder con los que voluntariamente habían permanecido en
el destierro; y mediante múltiples instrumentos les hizo posible el
regreso. Sin embargo, los más de aquellos que no respondieron al de-
creto de Ciro no se dejaron impresionar tampoco por las influencias
ulteriores; y aun cuando Zacarías les amonestó a huir de Babilonia
sin demora, no escucharon la invitación.
Mientras tanto las condiciones estaban cambiando rápidamente
en el Imperio Medo-Persa. Darío Histaspes, durante cuyo reinado
los judíos habían sido notablemente favorecidos, tuvo por sucesor a
Jerjes el Grande. Fué durante su reinado cuando los judíos que no
habían escuchado la invitación de huir fueron llamados a arrostrar
una terrible crisis. Habiéndose negado a valerse de la vía de escape
que Dios había provisto, se encontraron de repente frente a frente
con la muerte.
Mediante el agageo Amán, hombre sin escrúpulos que ejercía
mucha autoridad en Medo-Persia, Satanás obró en ese tiempo para
contrarrestar los propósitos de Dios. Amán albergaba acerba malicia
contra Mardoqueo, judío que no le había hecho ningún daño, sino
que se había negado simplemente a manifestarle reverencia al punto
de adorarle. No conformándose con “meter mano en solo Mardo-
cheo,” Amán maquinó la destrucción de “todos los Judíos que había
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en el reino de Assuero, al pueblo de Mardocheo.”
Ester 3:6
.
Engañado por las falsas declaraciones de Amán, Jerjes fué in-
ducido a promulgar un decreto que ordenaba la matanza de todos
los judíos, “pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas
las provincias” del Imperio Medo-Persa.
Vers. 8
. Se designó un día
en el cual los judíos debían ser muertos y su propiedad confisca-
da. Poco comprendía el rey los resultados abarcantes que habrían
acompañado la ejecución completa de este decreto. Satanás mismo,
instigador oculto del plan, estaba procurando quitar de la tierra a los
que conservaban el conocimiento del Dios verdadero.
“Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y
su decreto llegaba, tenían los Judíos grande luto, y ayuno, y lloro,