Página 395 - Profetas y Reyes (1957)

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En tiempos de la reina Ester
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y lamentación: saco y ceniza era la cama de muchos.”
Ester 4:3
. El
decreto de los medos y persas no podía revocarse; aparentemente no
quedaba esperanza alguna y todos los israelitas estaban condenados
a morir.
Pero las maquinaciones del enemigo fueron derrotadas por un
Poder que reina sobre los hijos de los hombres. En la providencia de
Dios, la joven judía Ester, quien temía al Altísimo, había sido hecha
reina de los dominios medo-persas. Mardoqueo era pariente cercano
de ella. En su necesidad extrema, decidió apelar a Jerjes en favor
de su pueblo. Ester iba a presentarse a él como intercesora. Dijo
Mardoqueo: “¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegar al
reino?”
Vers. 14
.
La crisis que arrostró Ester exigía presta y fervorosa acción; pero
tanto ella como Mardoqueo se daban cuenta de que a menos que
Dios obrase poderosamente en su favor, de nada valdrían sus propios
esfuerzos. De manera que Ester tomó tiempo para comulgar con
Dios, fuente de su fuerza. Indicó a Mardoqueo: “Ve, y junta a todos
los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis
ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas
ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a
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la ley; y si perezco, que perezca.”
Vers. 16
.
Los acontecimientos que se produjeron en rápida sucesión: la
aparición de Ester ante el rey, el señalado favor que le manifestó, los
banquetes del rey y de la reina con Amán como único huésped, el
sueño perturbado del rey, los honores tributados en público a Mardo-
queo y la humillación y caída de Amán al ser descubierta su perversa
maquinación, son todas partes de una historia conocida. Dios obró
admirablemente en favor de su pueblo penitente; y un contradecreto
promulgado por el rey, para permitir a los judíos que pelearan por su
vida, se comunicó rápidamente a todas partes del reino por correos
montados, que “salieron apresurados y constreñidos por el manda-
miento del rey... Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el
mandamiento del rey, los Judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y
día de placer. Y muchos de los pueblos de la tierra se hacían Judíos,
porque el temor de los Judíos había caído sobre ellos.”
Ester 8:14,
17
.
En el día señalado para su destrucción, “los Judíos se juntaron
en sus ciudades en todas las provincias del rey Assuero, para me-