Página 407 - Profetas y Reyes (1957)

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Un despertamiento espiritual
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mi rostro a ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre
nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
“Desde los días de nuestros padres—continuó suplicando,—
hasta este día estamos en grande culpa; y por nuestras iniquidades
nosotros, nuestros reyes, y nuestros sacerdotes, hemos sido entre-
gados en manos de los reyes de las tierras, a cuchillo, a cautiverio,
y a robo, y a confusión de rostro, como hoy día. Y ahora como por
un breve momento fué la misericordia de Jehová nuestro Dios, para
hacer que nos quedase un resto libre, y para darnos estaca en el
lugar de su santuario, a fin de alumbrar nuestros ojos nuestro Dios,
y darnos una poca de vida en nuestra servidumbre. Porque siervos
éramos: mas en nuestra servidumbre no nos desamparó nuestro Dios,
antes inclinó sobre nosotros misericordia delante de los reyes de
Persia, para que se nos diese vida para alzar la casa de nuestro Dios,
y para hacer restaurar sus asolamientos, y para darnos vallado en
Judá y en Jerusalem.
“Mas ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto?
porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, los cuales prescri-
biste por mano de tus siervos los profetas... Mas después de todo lo
que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa
de nuestro grande delito; ya que tú, Dios nuestro, estorbaste que
fuésemos oprimidos bajo de nuestras iniquidades, y nos diste este
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tal efugio; ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a em-
parentar con los pueblos de estas abominaciones? ¿No te ensañarías
contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni escapa-
toria? Jehová, Dios de Israel, tú eres justo: pues que hemos quedado
algunos salvos, como este día, henos aquí delante de ti en nuestros
delitos; porque no es posible subsistir en tu presencia a causa de
esto.”
Vers. 6-15
.
El pesar de Esdras y de sus asociados por los males que se
habían infiltrado insidiosamente en el mismo corazón de la obra de
Dios, produjo arrepentimiento. Muchos de los que habían pecado
quedaron profundamente afectados. “Y lloraba el pueblo con gran
llanto.”
Esdras 10:1
. Empezaron a comprender en forma limitada el
carácter odioso del pecado, y el horror con que Dios lo considera.
Vieron cuán sagrada es la ley promulgada en el Sinaí, y muchos
temblaron al pensar en sus transgresiones.