Página 409 - Profetas y Reyes (1957)

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Un despertamiento espiritual
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Esdras, deben enseñar a los transgresores el camino de la vida al
inculcarles los principios en que se funda toda buena acción.
En esta época del mundo, cuando, mediante múltiples instrumen-
tos, Satanás procura cegar los ojos de hombres y mujeres para que
no vean lo que exige la ley de Dios, se necesitan hombres que harán
temblar a muchos ante “el mandamiento de nuestro Dios.” (10:3). Se
necesitan verdaderos reformadores, que conducirán a los transgreso-
res hacia el gran Legislador, y les enseñarán que “la ley de Jehová
es perfecta, que vuelve el alma.”
Salmos 19:7
. Se necesitan hombres
poderosos en las Escrituras: hombres que con cada palabra y acción
exalten los estatutos de Jehová; hombres que procuren fortalecer la
fe. Hay gran necesidad de personas que enseñen e inspiren en los
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corazones reverencia y amor hacia las Escrituras.
La iniquidad que prevalece extensamente hoy puede atribuirse
en cierta medida al hecho de que no se estudian ni se obedecen
las Escrituras; porque cuando la Palabra de Dios es desechada, se
rechaza su poder para refrenar las malas pasiones del corazón natural.
Los hombres siembran para la carne, y de la carne siegan corrupción.
Al poner a un lado la Biblia se ha abandonado la ley de Dios.
La doctrina por la cual se enseña que los hombres quedan releva-
dos de obedecer a los preceptos divinos, ha reducido la fuerza de
la obligación moral, y abierto las compuertas de la iniquidad que
inunda al mundo. La perversidad, la disipación y la corrupción lo
están arrasando como un diluvio abrumador. Por doquiera se ven
envidias, malas sospechas, hipocresía, enajenamiento, emulación,
contienda y traición de los cometidos sagrados, complacencia de
las concupiscencias. Todo el sistema de los principios religiosos y
las doctrinas, que debiera formar el fundamento y el esqueleto de la
vida social, se asemeja a una masa tambaleante, a punto de caer en
ruinas.
En los últimos días de la historia de esta tierra, la voz que habló
desde el Sinaí sigue declarando: “No tendrás dioses ajenos delante de
mí.”
Éxodo 20:3
. El hombre opuso su voluntad a la de Dios, pero no
puede acallar la voz del mandamiento. El espíritu humano no puede
eludir su obligación para con una potencia superior. Pueden abundar
las teorías y las especulaciones; los hombres pueden procurar oponer
la ciencia a la revelación, y así descartar la ley de Dios; pero la orden