Página 410 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
se repite cada vez con más fuerza:
“Al Señor tu Dios adorarás y a
él solo servirás.”
Mateo 4:10
.
Es imposible debilitar o reforzar la ley de Jehová. Tal como
fué, subsiste. Siempre ha sido, y siempre será, santa, justa y buena,
completa en sí misma. No puede ser abrogada ni cambiada. Hablar
de “honrarla” o “deshonrarla” no es sino usar un lenguaje humano.
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La oposición de las leyes humanas a los preceptos de Jehová pro-
ducirá el último gran conflicto de la controversia entre la verdad y el
error. Estamos entrando ahora en esa batalla, que no es simplemente
entre iglesias rivales que contienden por la supremacía, sino entre
la religión de la Biblia y las religiones de las fábulas y tradiciones.
Los agentes que se han unido contra la verdad están ya obrando
activamente. La santa Palabra de Dios, que nos ha sido transmitida a
un costo tan elevado de sufrimientos y derramamiento de sangre, no
se aprecia. Son pocos los que la aceptan realmente como norma de
la vida. La incredulidad prevalece en forma alarmante, no sólo en el
mundo, sino también en la iglesia. Muchos han llegado a negar doc-
trinas que son las mismas columnas de la fe cristiana. Los grandes
hechos de la creación como los presentan los escritores inspirados:
la caída del hombre; la expiación; la perpetuidad de la ley, todas
estas cosas son rechazadas por gran número de los que profesan
ser cristianos. Miles de los que se precian de tener conocimiento,
consideran como evidencia de debilidad el tener confianza implícita
en la Biblia, y para ellos es prueba de saber el cavilar con respecto
a las Escrituras y anular sus verdades más importantes mediante
explicaciones que pretenden espiritualizarlas.
Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de esta-
llar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo
estudiando diligentemente la Palabra de Dios y esforzándose por
conformar su vida con sus preceptos. Los tremendos y eternos re-
sultados que están en juego exigen de nosotros algo más que una
religión imaginaria, de palabras y formas, que mantenga a la verdad
en el atrio exterior. Dios pide un reavivamiento y una reforma. Las
palabras de la Biblia, y de la Biblia sola, deben oírse desde el púlpito.
Pero la Biblia ha sido despojada de su poder, y el resultado se ve
en la reducción del tono de la vida espiritual. En muchos sermones
que se pronuncian hoy no hay manifestación divina que despierte la
conciencia y comunique vida al alma. Los oyentes no pueden decir:
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