Página 41 - Profetas y Reyes (1957)

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El orgullo de la prosperidad
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recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e
hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
2 Corintios 6:17, 18
.
El peligro acecha en medio de la prosperidad. A través de los
siglos, las riquezas y los honores han hecho peligrar la humildad
y la espiritualidad. No es la copa vacía la que nos cuesta llevar;
es la que rebosa la que debe ser llevada con cuidado. La aflicción
y la adversidad pueden ocasionar pesar; pero es la prosperidad la
que resulta más peligrosa para la vida espiritual. A menos que el
súbdito humano esté constantemente sometido a la voluntad de Dios,
a menos que esté santificado por la verdad, la prosperidad despertará
la inclinación natural a la presunción.
En el valle de la humillación, donde los hombres dependen de
que Dios les enseñe y guíe cada uno de sus pasos, están comparati-
vamente seguros. Pero los hombres que están, por así decirlo, en un
alto pináculo, y quienes, a causa de su posición, son considerados
como poseedores de gran sabiduría, éstos son los que arrostran el
peligro mayor. A menos que tales hombres confíen en Dios, caerán.
Cuando quiera que se entreguen al orgullo y la ambición, su
vida se mancilla; porque el orgulloso, no sintiendo necesidad alguna,
cierra su corazón a las bendiciones infinitas del Cielo. El que procura
glorificarse a sí mismo se encontrará destituído de la gracia de Dios,
mediante cuya eficiencia se adquieren las riquezas más reales y los
goces más satisfactorios. Pero el que lo da todo y lo hace todo para
Cristo, conocerá el cumplimiento de la promesa: “La bendición de
Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.”
Proverbios
10:22
. Con el toque suave de la gracia, el Salvador destierra del
alma la inquietud y ambición profanas, y trueca la enemistad en
amor y la incredulidad en confianza. Cuando habla al alma diciendo:
“Sígueme,” queda roto el hechizo del mundo. Al sonido de su voz,
el espíritu de codicia y ambición huye del corazón, y los hombres,
emancipados, se levantan para seguirle.
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