Página 427 - Profetas y Reyes (1957)

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Reproches contra la extorsión
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Israel para reprender su crueldad y opresión. A causa de su idolatría,
los hijos de Judá habían sido entregados en manos de sus hermanos
aun más idólatras: el pueblo de Israel. Este último había saciado su
enemistad matando en batalla a muchos miles de los hombres de
Judá y se había apoderado de todas las mujeres y los niños, con la
intención de guardarlos como esclavos, o de venderlos como tales a
los paganos.
Debido a los pecados de Judá, el Señor no había intervenido
para evitar la batalla; pero por el profeta Obed reprendió el cruel
designio del ejército victorioso, diciendo: “Habéis determinado su-
jetar a vosotros a Judá y a Jerusalem por siervos y siervas: mas ¿no
habéis vosotros pecado contra Jehová vuestro Dios?” Obed advirtió
al pueblo de Israel que la ira de Jehová se había encendido contra
ellos, y que su conducta injusta y opresiva atraería sobre ellos los
juicios de Dios. Al oír estas palabras, los hombres armados dejaron
a los cautivos y los despojos delante de los príncipes y de toda la
congregación. Entonces ciertos hombres principales de la tribu de
Efraín “tomaron los cautivos, y vistieron del despojo a los que de
ellos estaban desnudos; vistiéronlos y calzáronlos, y diéronles de
comer y de beber, y ungiéronlos, y condujeron en asnos a todos los
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flacos, y lleváronlos hasta Jericó, ciudad de las palmas, cerca de sus
hermanos.”
2 Crónicas 28:10, 15
.
Nehemías y otros habían redimido a ciertos judíos que habían
sido vendidos a los paganos, y puso ahora esta conducta en contraste
con la de aquellos que por amor a las ganancias terrenales estaban
esclavizando a sus hermanos. Dijo: “No es bien lo que hacéis, ¿no
andaréis en temor de nuestro Dios, por no ser el oprobio de las gentes
enemigas nuestras?”
Nehemías les explicó que, por el hecho de que el rey de Persia le
había investido de autoridad, él mismo podría haber exigido grandes
contribuciones para su beneficio personal. Pero en vez de obrar
así, no había recibido siquiera lo que le pertenecía con justicia,
sino que había dado liberalmente para aliviar de su necesidad a los
pobres. Instó a los gobernadores judíos culpables de extorsión a que
renunciasen a este inicuo proceder, devolviesen las tierras de los
pobres, así como el interés del dinero que les habían exigido, y les
prestasen lo necesario sin garantía ni usura.