Página 464 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
Ricas eran las recompensas, tanto temporales como espirituales,
que se prometían a quienes pusieran en práctica estos principios de
justicia. El Señor declaró: “Habrá simiente de paz; la vid dará su
fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré
que el resto de este pueblo posea todo esto. Y será que como fuisteis
maldición entre las gentes, oh casa de Judá y casa de Israel, así os
salvaré, y seréis bendición.”
Zacarías 8:12, 13
.
Mediante el cautiverio babilónico los israelitas quedaron efi-
cazmente curados del culto a las imágenes talladas. Después de su
regreso, dedicaron mucha atención a la instrucción religiosa y al
estudio de lo que había sido escrito en el libro de la ley y en los
profetas concerniente al culto del Dios verdadero. La reconstrucción
del templo les permitió seguir con todos los servicios rituales del
santuario. Bajo la dirección de Zorobabel, Esdras y Nehemías, se
comprometieron repetidas veces a cumplir todos los mandamientos
y estatutos de Jehová. Los tiempos de prosperidad que siguieron
evidenciaron ampliamente cuán dispuesto estaba Dios a aceptarlos y
perdonarlos; y sin embargo, con miopía fatal, se desviaron vez tras
vez de su glorioso destino, y guardaron egoístamente para sí lo que
habría impartido sanidad y vida espiritual a incontables multitudes.
Este incumplimiento del propósito divino era muy aparente en
días de Malaquías. El mensajero del Señor reprendió severamente
los males que privaban a Israel de prosperidad temporal y de poder
espiritual. En esta reprensión de los transgresores, el profeta no
perdonó a los sacerdotes ni al pueblo. La “carga de la palabra de
Jehová contra Israel, por mano de Malaquías” era que las lecciones
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pasadas no se olvidasen, y que el pacto hecho por Jehová con la casa
de Israel se cumpliese con fidelidad. La bendición de Dios podía
obtenerse tan sólo por un arrepentimiento de todo corazón. Instaba
el profeta: “Ahora pues, orad a la faz de Dios que tenga piedad de
nosotros.”
Malaquías 1:1, 9
.
Sin embargo, ningún fracaso temporal de Israel había de frustrar
el plan secular para redimir a la humanidad. Tal vez aquellos a
quienes el profeta hablaba no escucharían el mensaje dado; pero los
propósitos de Jehová se cumplirían a pesar de ello. El Señor declaró
por su mensajero: “Desde donde el sol nace hasta donde se pone, es
grande mi nombre entre las gentes; y en todo lugar se ofrece a mi