Página 47 - Profetas y Reyes (1957)

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La sabiduría que se le había dado para que glorificase al Dador, le
llenó de orgullo. Permitió finalmente que los hombres hablasen de
él como del ser más digno de alabanza por el esplendor sin parangón
del edificio proyectado y erigido para honrar el “nombre de Jehová
Dios de Israel.”
[50]
Así fué cómo el templo de Jehová llegó a ser conocido entre
las naciones como “el templo de Salomón.” El agente humano se
atribuyó la gloria que pertenecía a Aquel que “más alto está sobre
ellos.”
Eclesiastés 5:8
. Aun hasta la fecha el templo del cual Salomón
declaró: “Tu nombre es invocado sobre esta casa que he edificado
yo” (
2 Crónicas 6:33
), se designa más a menudo como “templo de
Salomón,” que como templo de Jehová.
Un hombre no puede manifestar mayor debilidad que la de per-
mitir a los hombres que le tributen honores por los dones que el
Cielo le concedió. El verdadero cristiano dará a Dios el primer lugar,
el último y el mejor en todo. Ningún motivo ambicioso enfriará su
amor hacia Dios, sino que con perseverancia y firmeza honrará a
su Padre celestial. Cuando exaltamos fielmente el nombre de Dios,
nuestros impulsos están bajo la dirección divina y somos capacitados
para desarrollar poder espiritual e intelectual.
Jesús, el divino Maestro, ensalzó siempre el nombre de su Padre
celestial. Enseñó a sus discípulos a orar: “Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu nombre.”
Mateo 6:9
. No debían
olvidarse de reconocer: “Tuya es ... la gloria.”
Mateo 6:13
. Tanto
cuidado ponía el gran Médico en desviar la atención de sí mismo a
la Fuente de su poder, que la multitud asombrada, “viendo hablar los
mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos,” no le
glorificó a él, sino que “glorificaron al Dios de Israel.”
Mateo 15:31
.
En la admirable oración que Cristo elevó precisamente antes de su
crucifixión, declaró: “Yo te he glorificado en la tierra.” “Glorifica a
tu Hijo—rogó,—para que también tu Hijo te glorifique a ti.” “Padre
justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido; y éstos
han conocido que tú me enviaste; y yo les he manifestado tu nombre,
y manifestarélo aún; para que el amor con que me has amado, esté
en ellos, y yo en ellos.”
Juan 17:4, 1, 25, 26
.
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en
su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
[51]
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme