Página 49 - Profetas y Reyes (1957)

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usado la sabiduría que Dios le había dado y el poder de su influencia
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para organizar y dirigir un gran movimiento destinado a iluminar
a los que no conocían a Dios ni su verdad. Se habría obtenido
así que multitudes obedeciesen los preceptos divinos, Israel habría
quedado protegido de los males practicados por los paganos, y el
Señor de gloria habría sido honrado en gran manera. Pero Salomón
perdió de vista este elevado propósito. No aprovechó sus magníficas
oportunidades para iluminar a los que pasaban continuamente por
su territorio o se detenían en las ciudades principales.
El espíritu misionero que Dios había implantado en el corazón de
Salomón y en el de todos los verdaderos israelitas fué reemplazado
por un espíritu de mercantilismo. Las oportunidades ofrecidas por el
trato con muchas naciones fueron utilizadas para el engrandecimien-
to personal. Salomón procuró fortalecer su situación políticamente
edificando ciudades fortificadas en las cabeceras de los caminos
dedicados al comercio. Cerca de Joppe, reedificó Gezer, que estaba
sobre la ruta entre Egipto y Siria; al oeste de Jerusalén, Beth-orón,
que dominaba los pasos del camino que conducía desde el corazón
de Judea a Gezer y a la costa; Meguido, situada sobre el camino
de las caravanas que iban de Damasco a Egipto y de Jerusalén al
norte; así como “Tadmor en el desierto” (
2 Crónicas 8:4
), sobre el
camino que seguían las caravanas del Oriente. Todas esas ciudades
fueron fortificadas poderosamente. Las ventajas comerciales de una
salida en el extremo del mar Rojo fueron desarrolladas por la cons-
trucción de “navíos en Ezión-geber, que es junto ... en la ribera del
mar Bermejo, en la tierra de Edom.” Adiestrados marineros de Tiro,
“con los siervos de Salomón,” tripulaban estos navíos en los viajes
“a Ophir,” y sacaban de allí oro y “muy mucha madera de brasil, y
piedras preciosas.”
2 Crónicas 8:18
;
1 Reyes 9:26, 28; 10:11
.
Las rentas del rey y de muchos de sus súbditos aumentaron
enormemente, pero ¡a qué costo! Debido a la codicia y a la falta de
visión de aquellos a quienes habían sido confiados los oráculos de
Dios, las innumerables multitudes que recorrían los caminos fueron
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dejadas en la ignorancia de cuanto concernía a Jehová.
¡Cuán sorprendente contraste hay entre la conducta de Salomón
y la que siguió Cristo cuando estuvo en la tierra! Aunque el Salvador
poseía “toda potestad,” nunca hizo uso de ella para engrandecerse
a sí mismo. Ningún sueño de conquistas terrenales ni de grandezas