Página 57 - Profetas y Reyes (1957)

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El arrepentimiento de Salomón
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Su fracaso nos enseña que, cualesquiera que sean las cualidades
intelectuales de un hombre, y por fielmente que haya servido a
Dios en lo pasado, no puede nunca confiar en su propia sabiduría e
integridad.
En toda generación y en todo país, se tuvo siempre el mismo
verdadero fundamento y modelo para edificar el carácter. La ley
divina que ordena: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón,
... y a tu prójimo como a ti mismo” (
Lucas 10:27
), el gran princi-
pio manifestado en el carácter y la vida de nuestro Salvador, es el
único fundamento seguro, la única guía fidedigna. “Y reinarán en
tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y la fuerza de la salvación”
(
Isaías 33:6
), la sabiduría, el conocimiento que sólo puede impartir
la palabra de Dios.
Estas palabras dirigidas a Israel acerca de la obediencia a los
mandamientos de Dios: “Esta es vuestra sabiduría y vuestra inteli-
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gencia en ojos de los pueblos” (
Deuteronomio 4:6
), encierran tanta
verdad hoy como cuando fueron pronunciadas. Encierran la única
salvaguardia para la integridad individual, la pureza del hogar, el
bienestar de la sociedad, o la estabilidad de la nación. En medio de
todas las perplejidades y los peligros de la vida, así como de los
asertos contradictorios, la única regla segura consiste en hacer lo
que Dios dice. “Los mandamientos de Jehová son rectos” (
Salmos
19:8
), y “el que hace estas cosas, no resbalará para siempre.”
Salmos
15:5
.
Los que escuchen la amonestación que encierra la apostasía de
Salomón evitarán el primer paso hacia los pecados que le vencieron.
Únicamente la obediencia a los requerimientos del Cielo guardará de
la apostasía a los hombres. Dios les concedió mucha luz y muchas
bendiciones; pero a menos que acepten esa luz y esas bendiciones,
ellas no les darán seguridad contra la desobediencia y la apostasía.
Cuando aquellos a quienes Dios exaltó a cargos de gran confianza se
apartan de él para depender de la sabiduría humana, su luz se trueca
en tinieblas. La capacidad que les fuera dada llega a ser una trampa.
Hasta que el conflicto termine, habrá quienes se aparten de Dios.
Satanás ordenará de tal manera las circunstancias que, a menos que
seamos guardados por el poder divino, ellas debilitarán casi imper-
ceptiblemente las fortificaciones del alma. Necesitamos preguntar a
cada paso: “¿Es éste el camino del Señor?” Mientras dure la vida,