Página 58 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
habrá necesidad de guardar los afectos y las pasiones con propósito
firme. Ni un solo momento podemos estar seguros, a no ser que
confiemos en Dios y tengamos nuestra vida escondida en Cristo. La
vigilancia y la oración son la salvaguardia de la pureza.
Todos los que entren en la ciudad de Dios lo harán por la puerta
estrecha, por esfuerzo y agonía; porque “no entrará en ella ninguna
cosa sucia, o que hace abominación.”
Apocalipsis 21:27
. Pero nadie
que haya caído necesita desesperar. Hombres de edad, que fueron
una vez honrados por Dios, pueden haber manchado sus almas y
sacrificado la virtud sobre el altar de la concupiscencia; pero si
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se arrepienten, abandonan el pecado y se vuelven a su Dios, sigue
habiendo esperanza para ellos. El que declara: “Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida” (
Apocalipsis 2:10
), formula
también esta invitación: “Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”
Isaías 55:7
. Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador. Declara:
“Yo medicinaré su rebelión, amarélos de voluntad.”
Oseas 14:4
.
El arrepentimiento de Salomón fué sincero; pero el daño que
había hecho su ejemplo al obrar mal, no podía ser deshecho. Durante
su apostasía, hubo en el reino hombres que permanecieron fieles
a su cometido, y conservaron su pureza y lealtad. Pero muchos
fueron extraviados; y las fuerzas del mal desencadenadas por la
introducción de la idolatría y de las prácticas mundanales, no las
pudo detener fácilmente el rey penitente. Su influencia en favor del
bien quedó grandemente debilitada. Muchos vacilaban cuando se
trataba de confiar plenamente en su dirección. Aunque el rey confesó
su pecado y escribió, para beneficio de las generaciones ulteriores, el
relato de su insensatez y arrepentimiento, no podía esperar que fuese
completamente destruída la influencia funesta de sus malas acciones.
Envalentonados por su apostasía, muchos continuaron obrando mal,
y solamente mal. Y en la conducta descendente de muchos de los
príncipes que le siguieron, puede rastrearse la triste influencia que
ejerció al prostituir las facultades que Dios le había dado.
En la angustia de sus amargas reflexiones sobre lo malo de su
conducta, Salomón se sintió constreñido a declarar: “Mejor es la
sabiduría que las armas de guerra; mas un pecador destruye mucho