Página 64 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
de carácter, fe constante y sumisión a los requerimientos divinos.
Pero con el transcurso del tiempo, el rey puso su confianza en el
poder de su cargo y en las fortalezas que había creado. Poco a poco
fué cediendo a las debilidades que había heredado, hasta poner su
influencia por completo del lado de la idolatría. “Y como Roboam
hubo confirmado el reino, dejó la ley de Jehová, y con él todo Israel.”
2 Crónicas 12:1
.
¡Cuán tristes y rebosantes de significado son las palabras “y con
él todo Israel”! El pueblo al cual Dios había escogido para que se
destacase como luz de las naciones circundantes, se apartaba de la
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Fuente de su fuerza y procuraba ser como las naciones que le rodea-
ban. Así como con Salomón, sucedió con Roboam: la influencia del
mal ejemplo extravió a muchos. Y lo mismo sucede hoy en mayor
o menor grado con todo aquel que se dedica a hacer el mal: no se
limita al tal la influencia del mal proceder. Nadie vive para sí. Nadie
perece solo en su iniquidad. Toda vida es una luz que alumbra y
alegra la senda ajena, o una influencia sombría y desoladora que
lleva hacia la desesperación y la ruina. Conducimos a otros hacia
arriba, a la felicidad y la vida inmortal, o hacia abajo, a la tristeza y a
la muerte eterna. Y si por nuestras acciones fortalecemos o ponemos
en actividad las potencias que tienen para el mal los que nos rodean,
compartimos su pecado.
Dios no permitió que la apostasía del gobernante de Judá quedase
sin castigo. “En el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de
Egipto contra Jerusalem, (por cuanto se habían rebelado contra
Jehová,) con mil y doscientos carros, y con sesenta mil hombres de a
caballo: mas el pueblo que venía con él de Egipto, no tenía número...
Y tomó las ciudades fuertes de Judá, y llegó hasta Jerusalem.
“Entonces vino Semeías profeta a Roboam y a los príncipes
de Judá, que estaban reunidos en Jerusalem por causa de Sisac,
y díjoles: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo
también os he dejado en manos de Sisac.”
2 Crónicas 12:2-5
.
El pueblo no había llegado todavía a tales extremos de apostasía
que despreciase los juicios de Dios. En las pérdidas ocasionadas por
la invasión de Sisac, reconoció la mano de Dios, y por un tiempo se
humilló. Declaró: “Justo es Jehová.
“Y como vió Jehová que se habían humillado, fué palabra de
Jehová a Semeías, diciendo: Hanse humillado; no los destruiré; antes