Página 65 - Profetas y Reyes (1957)

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La división del reino
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los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalem por
mano de Sisac. Empero serán sus siervos; para que sepan qué es
servirme a mí, y servir a los reinos de las naciones.
“Subió pues Sisac rey de Egipto a Jerusalem, y tomó los tesoros
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de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó: y
tomó los paveses de oro que Salomón había hecho. Y en lugar de
ellos hizo el rey Roboam paveses de metal, y entrególos en manos
de los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de la
casa del rey... Y como él se humilló, la ira de Jehová se apartó de
él, para no destruirlo del todo: y también en Judá las cosas fueron
bien.”
2 Crónicas 12:6-12
.
Pero cuando cesó la aflicción, y la nación volvió a prosperar,
muchos olvidaron sus temores y cayeron de nuevo en la idolatría.
Entre ellos se contaba el rey Roboam mismo. Aunque humillado
por la calamidad que había caído sobre él, no hizo de ella un punto
de retorno decisivo en su vida. Olvidando la lección que Dios había
procurado enseñarle, volvió a caer en los pecados que habían atraído
castigos sobre la nación. Después de algunos años sin gloria, durante
los cuales el rey “hizo lo malo, porque no apercibió su corazón para
buscar a Jehová, ... durmió Roboam con sus padres, y fué sepultado
en la ciudad de David: y reinó en su lugar Abías su hijo.”
2 Crónicas
12:14, 16
.
Con la división del reino al principio del reinado de Roboam, la
gloria de Israel empezó a desvanecerse, y nunca se recobró plena-
mente. A veces, durante los siglos que siguieron, el trono de David
fué ocupado por hombres dotados de valor moral y previsión, y bajo
la dirección de estos soberanos las bendiciones que descendían sobre
los hombres de Judá se extendían a las naciones circundantes. A
veces el nombre de Jehová quedaba exaltado sobre todos los dioses
falsos, y su ley era reverenciada. De vez en cuando, se levantaban
profetas poderosos, para fortalecer las manos de los gobernantes, y
alentar al pueblo a mantenerse fiel. Pero las semillas del mal que
ya estaban brotando cuando Roboam ascendió al trono, no fueron
nunca desarraigadas por completo; y hubo momentos cuando el
pueblo que una vez fuera favorecido por Dios cayó tan bajo que
llegó a ser ludibrio entre los paganos.
Sin embargo, a pesar de la perversidad de aquellos que se inclina-
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ban a las prácticas idólatras, Dios estaba dispuesto en su misericordia