Página 69 - Profetas y Reyes (1957)

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Jeroboam
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de la Divinidad con que se habían familiarizado sus antepasados
durante los siglos de servidumbre en Egipto. La estada reciente de
Jeroboam en Egipto debiera haberle enseñado cuán insensato era
poner delante del pueblo tales representaciones paganas. Pero su
propósito firme de inducir a las tribus septentrionales a interrumpir
sus visitas anuales a la ciudad santa, le impulsó a adoptar la más
imprudente de las medidas. Declaró con insistencia: “Harto habéis
subido a Jerusalem: he aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir
de la tierra de Egipto.”
1 Reyes 12:28
. Así fué invitado el pueblo a
postrarse delante de las imágenes de oro, y a adoptar formas extrañas
de culto.
El rey procuró persuadir a los levitas, algunos de los cuales vivían
dentro de su reino, a que sirviesen como sacerdotes de los recién
erigidos altares de Betel y Dan; pero este esfuerzo suyo fracasó. Se
vió, por lo tanto, obligado a elevar al sacerdocio hombres “de entre
la generalidad del pueblo.” (
1 Reyes 12:31, VM
) Alarmados por
las perspectivas, muchos de los fieles, inclusive un gran número de
levitas, huyeron a Jerusalén, donde podían adorar en armonía con
los requerimientos divinos.
“Entonces instituyó Jeroboam solemnidad en el mes octavo, a
los quince del mes, conforme a la solemnidad que se celebraba en
Judá; y sacrificó sobre altar. Así hizo en Beth-el, sacrificando a los
becerros que había hecho. Ordenó también en Beth-el sacerdotes de
los altos que él había fabricado.”
1 Reyes 12:32
.
El atrevido desafío que el rey dirigió a Dios al poner así a un
lado instituciones divinamente establecidas, no quedó sin reprensión.
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Aun mientras oficiaba y quemaba incienso durante la dedicación
del extraño altar que había levantado en Betel, se presentó ante él
un hombre de Dios del reino de Judá, enviado para condenarle por
su intento de introducir nuevas formas de culto. El profeta “clamó
contra el altar, ... y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que
a la casa de David nacerá un hijo, llamado Josías, el cual sacrificará
sobre ti a los sacerdotes de los altos que queman sobre ti perfumes;
y sobre ti quemarán huesos de hombres.
“Y aquel mismo día dió una señal, diciendo: Esta es la señal
de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la
ceniza que sobre él está se derramará.” E inmediatamente el altar
“se rompió, y derramóse la ceniza del altar, conforme a la señal que