Elías el tisbita
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sabilidad ante Aquel a quien debía la vida y todas las cosas. Estaba
procurando ayudarle a recobrar la fe que había perdido, y necesitaba
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imponerle una gran aflicción.
“¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor Jehová. ¿No
vivirá, si se apartare de sus caminos?” “Echad de vosotros todas
vuestras iniquidades con que habéis prevaricado, y haceos corazón
nuevo y espíritu nuevo. ¿Y por qué moriréis, casa de Israel? Que
no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová, convertíos
pues, y viviréis.” “Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿y
por qué moriréis, oh casa de Israel?”
Ezequiel 18:23, 31, 32; 33:11
.
Dios había mandado a Israel mensajeros para suplicarle que
volviese a su obediencia. Si hubiese escuchado estos llamamientos,
si se hubiese apartado de Baal y regresado al Dios viviente, Elías
no habría anunciado castigos. Pero las advertencias que podrían
haber sido un sabor de vida para vida, habían resultado para ellos un
sabor de muerte para muerte. Su orgullo había quedado herido; su
ira despertada contra los mensajeros; y ahora consideraban con odio
intenso al profeta Elías. Si hubiese caído en sus manos, con gusto
le habrían entregado a Jezabel, como si al silenciar su voz pudieran
impedir que sus palabras se cumpliesen. Frente a la calamidad, se
obstinaron en su idolatría. Así aumentaron la culpa que había atraído
sobre la tierra los juicios del Cielo.
Sólo había un remedio para el castigado Israel, y consistía en
que se apartase de los pecados que habían atraído sobre él la mano
castigadora del Todopoderoso, y que se volviese al Señor de todo su
corazón. Se le había hecho esta promesa: “Si yo cerrare los cielos,
que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra,
o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre
los cuales mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro,
y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde
los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
2 Crónicas
7:13, 14
. Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios
continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una
reforma decidida.
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