Página 89 - Profetas y Reyes (1957)

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Una severa reprensión
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Había transcurrido más o menos un siglo desde que, bajo el
gobierno del rey David, Israel había unido gozosamente sus voces
para elevar himnos de alabanza al Altísimo en reconocimiento de la
forma absoluta en que dependía de Dios por sus mercedes diarias.
Podemos escuchar sus palabras de adoración mientras cantaban:
“Oh Dios de nuestra salud, ...
Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.
Visitas la tierra, y la riegas:
En gran manera la enriqueces
Con el río de Dios, lleno de aguas.
Preparas el grano de ellos, cuando así la dispones.
Haces se empapen sus surcos,
Haces descender sus canales:
Ablándasla con lluvias,
Bendices sus renuevos.
Tú coronas el año de tus bienes;
Y tus nubes destilan grosura.
Destilan sobre las estancias del desierto;
Y los collados se ciñen de alegría.
Vístense los llanos de manadas,
Y los valles se cubren de grano:
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Dan voces de júbilo, y aun cantan.”
Salmos 65:5, 8-13
.
Israel había reconocido entonces a Dios como el que “fundó la
tierra sobre sus basas.” Al expresar su fe había elevado este canto:
“Con el abismo, como con vestido, la cubriste;
Sobre los montes estaban las aguas.
A tu reprensión huyeron;
Al sonido de tu trueno se apresuraron;
Subieron los montes, descendieron los valles,
Al lugar que tú les fundaste.
Pusísteles término, el cual no traspasarán;
Ni volverán a cubrir la tierra.”
Salmos 104:5-9
.
Es el gran poder del ser Infinito el que mantiene dentro de sus
límites los elementos de la naturaleza en la tierra, el mar y el cielo.