Página 91 - Profetas y Reyes (1957)

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Una severa reprensión
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la cual Jehová tu Dios cuida: siempre están sobre ella los ojos de
Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin de él.”
La promesa de una abundancia de lluvia les había sido dada a
condición de que obedeciesen. El Señor había declarado: “Y será
que, si obedeciereis cuidadosamente mis mandamientos que yo os
prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndolo con todo
vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra
tierra en su tiempo, la temprana y la tardía; y cogerás tu grano, y tu
vino, y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus bestias;
y comerás, y te hartarás.
“Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis,
y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; y así se encienda el
furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia,
ni la tierra dé su fruto, y perezcáis presto de la buena tierra que os
da Jehová.”
Deuteronomio 11:10-17
.
Se había amonestado así a los israelitas:
“Y será, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para cuidar de
poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos, ... tus cielos
que están sobre tu cabeza, serán de metal; y la tierra que está debajo
de ti, de hierro. Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza: de
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los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas.”
Deuteronomio
28:15, 23, 24
.
Tales eran algunos de los sabios consejos que había dado Jehová
al antiguo Israel. Había ordenado a su pueblo escogido: “Por tanto,
pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma,
y las ataréis por señal en vuestra mano, y serán por frontales entre
vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas,
ora sentado en tu casa, o andando por el camino, cuando te acuestes,
y cuando te levantes.”
Deuteronomio 11:18, 19
.
Estas órdenes eran claras; sin embargo con el transcurso de
los siglos, mientras una generación tras otra olvidaba las medidas
tomadas para su bienestar espiritual, las influencias ruinosas de la
apostasía amenazaban con arrasar toda barrera de la gracia divina.
Así era cómo había llegado a acontecer que Dios hiciera caer
sobre su pueblo sus castigos más severos. La predicción de Elías
recibía un cumplimiento terrible. Durante tres años, el mensajero que
había anunciado la desgracia fué buscado de ciudad en ciudad y de
nación en nación. A la orden de Acab, muchos gobernantes habían