Página 92 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

88
Profetas y Reyes
jurado por su honor que no podían encontrar en sus dominios al
extraño profeta. Sin embargo, la búsqueda había continuado; porque
Jezabel y los profetas de Baal aborrecían a Elías con odio mortal, y
no escatimaban esfuerzo para apoderarse de él. Y mientras tanto no
llovía.
Al fin, “pasados muchos días,” esta palabra del Señor fué dirigida
a Elías: “Ve, muéstrate a Achab, y yo daré lluvia sobre la haz de la
tierra.”
Obedeciendo a la orden, “fué pues Elías a mostrarse a Achab.”
Más o menos cuando el profeta emprendió su viaje a Samaria, Acab
había propuesto a Abdías, gobernador de su casa, que hiciesen una
cuidadosa búsqueda de los manantiales y arroyos, con la esperanza
de hallar pasto para sus rebaños hambrientos. Aun en la corte real
se hacía sentir agudamente el efecto de la larga sequía. El rey, muy
[101]
preocupado por lo que esperaba a su casa, decidió unirse personal-
mente a su siervo en busca de algunos lugares favorecidos donde
pudiese obtenerse pasto. “Y partieron entre sí el país para recorrerlo:
Acab fué de por sí por un camino, y Abdías fué separadamente por
otro.
“Y yendo Abdías por el camino, topóse con Elías; y como le
conoció, postróse sobre su rostro, y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?”
Durante la apostasía de Israel, Abdías había permanecido fiel.
El rey, su señor, no había podido apartarle de su fidelidad al Dios
viviente. Ahora fué honrado por la comisión que le dió Elías: “Ve,
di a tu amo: He aquí Elías.”
Aterrorizado, Abdías exclamó: “¿En qué he pecado, para que tú
entregues tu siervo en mano de Achab para que me mate?” Llevar un
mensaje tal a Acab era buscar una muerte segura. Explicó al profeta:
“Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino donde mi
señor no haya enviado a buscarte; y respondiendo ellos, No está
aquí, él ha conjurado a reinos y naciones si no te han hallado. ¿Y
ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías? Y acontecerá que,
luego que yo me haya partido de ti, el espíritu de Jehová te llevará
donde yo no sepa; y viniendo yo, y dando las nuevas a Achab, y no
hallándote él, me matará.”
Con intenso fervor Abdías rogó al profeta que no le apremiara.
Dijo: “Tu siervo teme a Jehová desde su mocedad. ¿No ha sido
dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas