Una severa reprensión
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corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad
y de valor moral. No es el amor a su prójimo lo que los induce a
suavizar el mensaje que se les ha confiado, sino el hecho de que
procuran complacerse a sí mismos y aman su comodidad.
El verdadero amor se esfuerza en primer lugar por honrar a Dios
y salvar las almas. Los que tengan este amor no eludirán la verdad
para ahorrarse los resultados desagradables que pueda tener el hablar
claro. Cuando las almas están en peligro, los ministros de Dios no se
tendrán en cuenta a sí mismos, sino que pronunciarán las palabras
que se les ordenó pronunciar, y se negarán a excusar el mal o hallarle
paliativos.
¡Ojalá que cada ministro comprendiese cuán sagrado es su cargo
y santa su obra, y revelase el mismo valor que manifestó Elías!
Como mensajeros designados por Dios, los ministros ocupan puestos
de tremenda responsabilidad. A cada uno de ellos le toca cumplir
este consejo: “Reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.”
2
Timoteo 4:2
. Deben trabajar en lugar de Cristo como dispensadores
de los misterios del cielo, animando a los obedientes y amonestando
a los desobedientes. Las políticas del mundo no deben tener peso
para ellos. No deben desviarse de la senda por la cual Jesús les ha
ordenado andar. Deben ir adelante con fe, recordando que los rodea
una nube de testigos. No les toca pronunciar sus propias palabras,
sino las que les ordenó decir Uno mayor que los potentados de la
tierra. Su mensaje debe ser: “Así dijo Jehová.” Dios llama a hombres
como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje
con fidelidad, irrespectivamente de las consecuencias; hombres que
dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo
lo que tienen.
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Dios no puede usar hombres que, en tiempo de peligro, cuando
se necesita la fortaleza, el valor y la influencia de todos, temen
decidirse firmemente por lo recto. Llama a hombres que pelearán
fielmente contra lo malo, contra principados y potestades, contra
los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra la impiedad
espiritual de los encumbrados. A los tales dirigirá las palabras:
“Bien, buen siervo y fiel; ... entra en el gozo de tu Señor.”
Mateo
25:23
.
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