Página 96 - Profetas y Reyes (1957)

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Capítulo 11—Sobre el Monte Carmelo
Este capítulo está basado en 1 Reyes 18:19-40.
Estando delante de Acab, Elías exigió que todo Israel fuese
congregado para presenciar su encuentro con los profetas de Baal
y Astarte sobre el monte Carmelo. Ordenó: “Envía pues ahora y
júntame a todo Israel en el monte de Carmelo, y los cuatrocientos
y cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de los
bosques, que comen de la mesa de Jezabel.”
La orden fué dada por alguien que parecía estar en la misma
presencia de Jehová; y Acab obedeció en seguida, como si el profeta
fuese el monarca, y el rey un súbdito. Se mandaron veloces men-
sajeros a todo el reino para ordenar a la gente que se encontrase
con Elías y los profetas de Baal y Astarte. En toda ciudad y aldea,
el pueblo se preparó para congregarse a la hora señalada. Mientras
viajaban hacia el lugar designado, había en el corazón de muchos
presentimientos extraños. Iba a suceder algo extraordinario; de lo
contrario, ¿por qué se los convocaría en el Carmelo? ¿Qué nueva
calamidad iba a caer sobre el pueblo y la tierra?
Antes de la sequía, el monte Carmelo había sido un lugar her-
moso, cuyos arroyos eran alimentados por manantiales inagotables,
y cuyas vertientes fértiles estaban cubiertas de hermosas flores y lo-
zanos vergeles. Pero ahora su belleza languidecía bajo la maldición
agostadora. Los altares erigidos para el culto de Baal y Astarte se
destacaban ahora en bosquecillos deshojados. En la cumbre de una
de las sierras más altas, en agudo contraste con aquéllos, se veía el
derruido altar de Jehová.
El Carmelo dominaba una vasta extensión del país; sus alturas
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eran visibles desde muchos lugares del reino de Israel. Al pie de la
montaña, había sitios ventajosos desde los cuales se podía ver mucho
de lo que sucedía en las alturas. Dios había sido señaladamente
deshonrado por el culto idólatra que se desarrollaba a la sombra de
las laderas boscosas; y Elías eligió esta elevación como el lugar más
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