Página 98 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
bras de amonestación y reproche que el Señor les mandaba. Cada
desviación del recto proceder, cada negativa a arrepentirse, había
intensificado su culpa, y los había alejado aun más del cielo. Y ahora,
en esta crisis, seguían rehusando decidirse por Dios.
El Señor aborrece la indiferencia y la deslealtad en tiempo de
crisis para su obra. Todo el universo contempla con interés indecible
las escenas finales de la gran controversia entre el bien y el mal.
Los hijos de Dios se están acercando a las fronteras del mundo
eterno; ¿qué podría resultar de más importancia para ellos que el
ser leales al Dios del cielo? A través de los siglos, Dios ha tenido
héroes morales; y los tiene ahora en aquellos que, como José, Elías y
Daniel, no se avergüenzan de reconocerse como su pueblo particular.
La bendición especial de Dios acompaña las labores de los hombres
de acción que no se dejan desviar de la línea recta ni del deber, sino
que con energía divina preguntan: “¿Quién es de Jehová?”
Éxodo
32:26
. Son hombres que no se conforman con hacer la pregunta, sino
que piden a quienes decidan identificarse con el pueblo de Dios que
se adelanten y revelen inequívocamente su fidelidad al Rey de reyes
y Señor de señores. Tales hombres subordinan su voluntad y sus
planes a la ley de Dios. Por amor hacia él, no consideran preciosa
su vida. Su obra consiste en recibir la luz de la Palabra y dejarla
resplandecer sobre el mundo en rayos claros y constantes. Su lema
es ser fieles a Dios.
[109]
En el Carmelo, mientras Israel dudaba y vacilaba, la voz de Elías
rompió de nuevo el silencio: “Sólo yo he quedado profeta de Jehová;
mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres.
Dénsenos pues dos bueyes, y escójanse ellos el uno, y córtenlo en
pedazos, y pónganlo sobre leña, mas no pongan fuego debajo; y yo
aprestaré el otro buey, y pondrélo sobre leña, y ningún fuego pondré
debajo. Invocad luego vosotros en el nombre de vuestros dioses, y
yo invocaré en el nombre de Jehová: y el Dios que respondiere por
fuego, ése sea Dios.”
La propuesta de Elías era tan razonable que el pueblo no podía
eludirla, de modo que tuvo valor para responder: “Bien dicho.”
Los profetas de Baal no se atrevían a elevar la voz para disentir; y
dirigiéndose a ellos, Elías les indicó: “Escogeos el un buey, y haced
primero, pues que vosotros sois los más: e invocad en el nombre de
vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.”