Página 132 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
La dracma perdida
Después de presentar la parábola de la oveja perdida, Cristo narró
otra, diciendo: “¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una
dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia
hasta hallarla?”
En el Oriente, las casas de los pobres por lo general consistían
en una sola habitación, con frecuencia sin ventanas y oscura. Raras
veces se barría la pieza, y una moneda al caer al suelo quedaba rápi-
damente cubierta por el polvo y la basura. Aun de día, para poderla
encontrar, debía encenderse una vela y barrerse diligentemente la
casa.
La dote matrimonial de la esposa consistía por lo general en
monedas, que ella preservaba cuidadosamente como su posesión
más querida, para transmitirla a sus hijas. La pérdida de una de esas
monedas era considerada como una grave calamidad, y el recobrarla
causaba un gran regocijo que compartían de buen grado las vecinas.
“Cuando la hubiere hallado—dijo Cristo—, junta a las amigas
y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la
dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los
ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”.
Esta parábola, como la anterior, presenta la pérdida de algo
que mediante una búsqueda adecuada se puede recobrar, y eso con
gran gozo. Pero las dos parábolas representan diferentes clases de
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personas. La oveja extraviada sabe que está perdida. Se ha apartado
del pastor y del rebaño y no puede volver. Representa a los que
comprenden que están separados de Dios, que se hallan dentro
de una nube de perplejidad y humillación, y se ven grandemente
tentados. La moneda perdida simboliza a los que están perdidos
en sus faltas y pecados, pero no comprenden su condición. Están
apartados de Dios, pero no lo saben. Sus almas están en peligro, pero
son inconscientes e indiferentes. En esta parábola, Cristo enseña que
aun los indiferentes a los requerimientos de Dios, son objeto de su
compasivo amor. Han de ser buscados para que puedan ser llevados
de vuelta a Dios. La oveja se extravió del rebaño; estuvo perdida en
el desierto o en las montañas. La dracma se perdió en la casa. Estaba
a la mano, pero sólo podía ser recobrada mediante una búsqueda
diligente.