Página 138 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

134
Palabras de Vida del Gran Maestro
para la eternidad. El hombre que se separa de Dios para servirse
a sí mismo, es esclavo de Mammón. La gente que Dios creó para
asociarse con los ángeles, ha llegado a degradarse en el servicio de
lo terreno y bestial. Este es el fin al cual conduce el servicio del yo.
Si habéis escogido una vida tal, sabed que estáis gastando dinero en
aquello que no es pan, y trabajando por lo que no satisface. Llegarán
horas cuando os daréis cuenta de vuestra degradación. Solos en
la provincia apartada, sentís vuestra miseria, y en vuestra desespe-
ración clamáis: “¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del
cuerpo de esta muerte?
Las palabras del profeta contienen la de-
claración de una verdad universal cuando dice: “Maldito el hombre
que confía en el hombre, y pone carne por su brazo y su corazón
se aparta de Jehová. Pues será como la retama en el desierto, y no
verá cuando viniere el bien; sino que morará en las securas en el
desierto, en tierra despoblada y deshabitada”
Dios “hace que su
[159]
sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos”
pero los hombres poseen la facultad de privarse del sol y la lluvia.
Así, mientras brilla el Sol de Justicia, y las lluvias de gracia caen
libremente para todos, podemos, separándonos de Dios, morar “en
las securas en el desierto”.
El amor de Dios aún implora al que ha escogido separarse de
él, y pone en acción influencias para traerlo de vuelta a la casa del
Padre. El hijo pródigo volvió en sí en medio de su desgracia. Fue
quebrantado el engañoso poder que Satanás había ejercido sobre él.
Se dio cuenta de que su sufrimiento era la consecuencia de su propia
necedad, y dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, e
iré a mi padre”. Desdichado como era, el pródigo halló esperanza
en la convicción del amor de su padre. Fue ese amor el que lo atrajo
hacia el hogar. Del mismo modo, la seguridad del amor de Dios
constriñe al pecador a volverse a Dios. “Su benignidad te guía a
arrepentimiento”
La misericordia y compasión del amor divino,
a manera de una cadena de oro, rodea a cada alma en peligro. El
Señor declara: “Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté
con misericordia”
El hijo se decide a confesar su culpa. Irá al padre diciendo:
“Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti; ya no soy digno de
ser llamado tu hijo”. Pero agrega, mostrando cuán mezquino es