Página 14 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
Jesús buscaba un camino hacia cada corazón. Usando una va-
riedad de ilustraciones, no solamente presentaba la verdad en sus
diferentes fases, sino que hablaba al corazón de los distintos oidores.
Suscitaba su atención mediante figuras sacadas de las cosas que los
rodeaban en la vida diaria. Nadie que escuchara al Salvador podía
sentirse descuidado u olvidado. El más humilde, el más pecador, oía
en sus enseñanzas una voz que le hablaba con simpatía y ternura.
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Además tenía él otra razón para enseñar en parábolas. Entre las
multitudes que se reunían a su alrededor había sacerdotes y rabinos,
escribas y ancianos, herodianos y príncipes, hombres amantes del
mundo, fanáticos, ambiciosos, que deseaban, sobre todas las cosas,
encontrar alguna acusación contra él. Sus espías seguían sus pasos
día tras día, para hallar alguna palabra de sus labios que pudiera cau-
sar su condena y acallar para siempre a Aquel que parecía arrastrar
el mundo tras sí. El Salvador entendía el carácter de esos hombres,
y presentaba la verdad de tal manera que ellos no pudieran hallar
nada en virtud de lo cual presentar su caso ante el Sanedrín. En
parábolas reprochaba la hipocresía y las obras malvadas de aque-
llos que ocupaban altas posiciones, y revestía de lenguaje figurado
verdades tan cortantes que, si se las hubiera presentado en forma
de denuncia directa, ellos no habrían escuchado sus palabras y bien
pronto hubieran puesto fin a su ministerio. Pero mientras eludía a los
espías, hacía la verdad tan clara que el error era puesto de manifiesto,
y los hombres de corazón sincero aprovechaban sus lecciones. La
sabiduría divina, la gracia infinita, eran aclaradas por los objetos
de la creación de Dios. Por medio de la naturaleza y los incidentes
de la vida, los hombres eran enseñados acerca de Dios. “Las cosas
invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver des-
de la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son
hechas”
En la enseñanza en parábolas usada por el Salvador se halla una
indicación de lo que constituye la verdadera “educación superior”.
Cristo podría haber abierto ante los hombres las más profundas
verdades de la ciencia. Podría haber descubierto misterios cuya
penetración habría requerido muchos siglos de fatiga y estudio. Po-
dría haber hecho insinuaciones en los ramos científicos que habrían
proporcionado alimento para el pensamiento y estímulo para la in-
ventiva hasta el fin de los tiempos. Pero no lo hizo. No dijo nada
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