Página 148 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
El propósito de Dios hacia su pueblo, y las gloriosas posibilida-
des que se abrían ante ellos, habían sido presentados en las hermosas
palabras siguientes: “Serán llamados árboles de justicia, plantío de
Jehová, para gloria suya”
El moribundo Jacob, bajo el Espíritu de
la inspiración, había dicho acerca de su más amado hijo: “Ramo
fructífero José, ramo fructífero junto a fuente, cuyos vástagos se
extienden sobre el muro”. Y dijo: el “Dios de tu padre” “te ayudará”,
el Todopoderoso “te bendecirá con bendiciones de los cielos de
arriba, con bendiciones del abismo que está abajo”
Así Dios había
plantado a Israel como una hermosa viña junto a las fuentes de la
vida. Había colocado a su viña “en un recuesto, lugar fértil. Habíala
cercado, y despedregádola, y plantádola de vides escogidas”
“Esperaba que llevase uvas, y llevó uvas silvestres”
La gente
que vivía en los días de Cristo hacía mayor ostentación de piedad
que la que hacían los judíos de los primeros tiempos, pero estaba
todavía más destituida de las dulces gracias del Espíritu de Dios. Los
preciosos frutos del carácter que hicieron tan fragante y hermosa la
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vida de José, no se manifestaron en la nación judía.
Dios en su Hijo había estado buscando fruto y no lo había encon-
trado. Israel era un estorbo en la tierra. Su misma existencia era una
maldición; pues ocupaba en la viña el lugar que podía haber servido
para un árbol fructífero. Despojaba al mundo de las bendiciones
que Dios se proponía darle. Los israelitas habían representado mal a
Dios entre las naciones. No eran meramente inútiles, sino un obs-
táculo decidido. En gran medida su religión descarriaba a la gente, y
obraba la ruina en vez de la salvación.
En la parábola, el viñero no pone objeción a la afirmación de que
si el árbol permanecía infructífero debía ser cortado; pero conoce y
comparte los intereses del dueño en cuanto a aquel árbol estéril. Nada
podía darle mayor placer que verlo crecer y fructificar. Responde al
deseo del dueño diciendo: “Déjala aún este año, hasta que la excave
y estercole. Y si hiciere fruto, bien”.
El viñero no rehúsa trabajar por una planta tan poco promisoria.
Está listo a prodigarle más cuidado aún. Hará más favorable su
ambiente y le prodigará la máxima atención.
El dueño y el viñero son uno en su interés por la higuera. Así
el Padre y el Hijo eran uno en su amor por el pueblo escogido.
Cristo estaba diciendo a sus oyentes que se les concederían mayores