Página 157 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Una generosa invitación
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entró en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó a
todos, así será también la venida del Hijo del hombre”
Tal ocurre en nuestros días. Los hombres se afanan en obtener
ganancias y en la complacencia egoísta, como si no hubiera Dios,
ni cielo, ni más allá. En los días de Noé la amonestación referente
al diluvio fue enviada para despertar a los hombres en medio de
su impiedad y llamarlos al arrepentimiento. Así el mensaje de la
segunda venida de Cristo tiene por objeto arrancar a los hombres
de su interés absorbente en las cosas mundanas. Está destinado a
despertarlos al sentido de las realidades eternas, a fin de que den
oídos a la invitación que se les hace para ir a la mesa del Señor.
La invitación del Evangelio ha de ser dada a todo el mundo,
“a toda nación y tribu y lengua y pueblo”
El último mensaje de
amonestación y misericordia ha de iluminar el mundo entero con
su gloria. Ha de llegar a toda clase de personas, ricas y pobres,
encumbradas y humildes. “Ve por los caminos y por los vallados—
dice Cristo—, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”.
El mundo está pereciendo por falta del Evangelio. Hay hambre de
la Palabra de Dios. Hay pocos que predican esa Palabra sin mezclarla
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con la tradición humana. Aunque los hombres tienen la Biblia en sus
manos, no reciben las bendiciones que Dios ha colocado en ella para
los que la estudian. El Señor invita a sus siervos a llevar su mensaje
a la gente. La Palabra de vida eterna debe ser dada a aquellos que
están pereciendo en sus pecados.
En el mandato de ir por los caminos y por los vallados, Cristo
especifica la obra de todos aquellos a quienes él llama para que
ministren en su nombre. El mundo entero constituye el campo de
los ministros de Cristo. Su congregación comprende toda la familia
humana. El Señor desea que su palabra de gracia penetre en toda
alma.
En gran medida esto debe realizarse mediante un trabajo perso-
nal. Este fue el método de Cristo. Su obra se realizaba mayormente
por medio de entrevistas personales. Dispensaba una fiel conside-
ración al auditorio de una sola alma. Por medio de esa sola alma a
menudo el mensaje se extendía a millares.
No hemos de esperar que las almas vengan a nosotros; debemos
buscarlas donde estén. Cuando la palabra ha sido predicada en