Página 179 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Cómo se decide nuestro destino
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murió y fue enterrado. No hubo lamentaciones por él; pero mediante
su paciencia en los sufrimientos había testificado por Cristo, había
soportado la prueba de su fe, y a su muerte se lo representa llevado
por los ángeles al seno de Abrahán.
Lázaro representa a los pobres dolientes que creen en Cristo.
Cuando suene la trompeta, y todos los que están en la tumba oigan
la voz de Cristo y salgan, recibirán su recompensa; pues su fe en
Dios no fue una mera teoría, sino una realidad.
“Murió también el rico, y fue sepultado. Y en el infierno alzó
sus ojos, estando en los tormentos, y vio a Abrahán de lejos, y a
Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abrahán,
ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su
dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en
esta llama”.
En la parábola Cristo estaba haciendo frente al público en su pro-
pio terreno. La doctrina de un estado de existencia consciente entre
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la muerte y la resurrección era sostenida por muchos de aquellos que
estaban escuchando las palabras de Cristo. El Salvador conocía esas
ideas, e ideó su parábola de manera tal que inculcara importantes
verdades por medio de esas opiniones preconcebidas. Colocó ante
sus oyentes un espejo en el cual se habían de ver a sí mismos en su
verdadera relación con Dios. Empleó la opinión prevaleciente para
presentar la idea que deseaba destacar en forma especial, es a saber,
que ningún hombre es estimado por sus posesiones; pues todo lo
que tiene le pertenece en calidad de un préstamo que el Señor le ha
hecho. Y un uso incorrecto de estos dones lo colocará por debajo
del hombre más pobre y más afligido que ama a Dios y confía en él.
Cristo desea que sus oyentes comprendan que es imposible que el
hombre obtenga la salvación del alma después de la muerte. “Hijo—
se le hace responder a Abrahán—, acuérdate que recibiste tus bienes
en tu vida, y Lázaro también males, mas ahora éste es consolado
aquí, y tú atormentado. Y además de esto, una grande sima está
constituida entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de
aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá”. Así Cristo presentó
lo irremediable y desesperado que es buscar un segundo tiempo
de gracia. Esta vida es el único tiempo que se le ha concedido al
hombre para que en él se prepare para la eternidad.