Página 196 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

Capítulo 23—Un mensaje a la iglesia moderna
Este capítulo está basado en Mateo 21:33-44.
La parábola de los dos hijos fue seguida por la parábola de la
viña. En la primera, Cristo había presentado delante de los maestros
judíos la importancia de la obediencia. En la otra, señaló las ricas
bendiciones conferidas a Israel, y por medio de éstas mostró el
derecho que Dios tenía a su obediencia. Presentó delante de ellos la
gloria del propósito de Dios, que podrían haber cumplido mediante
la obediencia. Apartando el velo del futuro, mostró cómo, al dejar
de cumplir su propósito, toda la nación estaba renunciando a su
bendición y trayendo sobre sí la ruina.
“Fue un hombre, padre de familia—dijo Cristo—, el cual plantó
una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una
torre, y la dio a renta a labradores, y se partió lejos”.
La nación judía
El profeta Isaías describe esta viña: “Ahora cantaré por mi amado
el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en un
recuesto, lugar fértil. Habíala cercado, y despedregádola y plantádola
de vides escogidas: había edificado en medio de ella una torre, y
también asentado un lagar en ella; y esperaba que llevase uvas”
El labrador escoge una parcela de terreno en el desierto; la cerca,
la limpia, la trabaja, la planta con vides escogidas, esperando una rica
cosecha. Espera que este terreno, en su superioridad con respecto al
desierto inculto, le honre mostrando los resultados de su cuidado y
[228]
los afanes con que lo cultivó. Así Dios había escogido a un pueblo
de entre el mundo para que fuera preparado y educado por Cristo. El
profeta dice: “La viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel,
y los hombres de Judá planta suya deleitosa”
Sobre ese pueblo
Dios había prodigado grandes privilegios, bendiciéndolo ricamente
con su abundante bondad. Esperaba que lo honraran llevando fruto.
192