Página 200 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
de Dios seguía su instrucción, su tierra había de ser restaurada a la
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fertilidad y la belleza. Dios mismo les dio instrucciones en cuanto a
la forma de cultivar el suelo, y ellos habían de cooperar con él en su
restauración. De modo que toda la tierra, bajo el dominio de Dios,
llegaría a ser una lección objetiva de verdad espiritual. Así como en
obediencia a las leyes naturales de Dios, la tierra había de producir
sus tesoros, así en obediencia a sus leyes morales el corazón de la
gente había de reflejar los atributos del carácter de Dios. Aun los
paganos reconocerían la superioridad de los que servían y adoraban
al Dios viviente.
“Mirad—dijo Moisés—, yo os he enseñado estatutos y derechos,
como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la
tierra en la cual entráis para poseerla. Guardadlos, pues, y ponedlos
por obra: porque ésta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en
ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán:
Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es ésta. Porque
¿qué gente grande hay que tenga los dioses cercanos a sí, como lo
está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué gente
grande hay que tenga estatutos y derechos justos, como es toda esta
ley que yo pongo hoy delante de vosotros?
Los hijos de Israel habían de ocupar todo el territorio que Dios
les había señalado. Habían de ser desposeídas las naciones que
rechazaran el culto y el servicio al verdadero Dios. Pero el propósito
de Dios era que por la revelación de su carácter mediante Israel,
los hombres fueran atraídos a él. A todo el mundo se le dio la
invitación del Evangelio. Por medio de la enseñanza del sistema de
sacrificios, Cristo había de ser levantado delante de las naciones, y
habían de vivir todos los que lo miraran. Todos los que, como Rahab
la cananea, y Rut la moabita, se volvieran de la idolatría al culto del
verdadero Dios, habían de unirse con el pueblo escogido. A medida
que aumentara el número de los israelitas, éstos habían de ensanchar
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sus fronteras, hasta que su reino abarcara el mundo.
Dios deseaba colocar todas las naciones bajo su gobierno mise-
ricordioso. Deseaba que la tierra se llenara de gozo y paz. Creó al
hombre para la felicidad, y anhela llenar el corazón humano con la
paz del cielo. Desea que las familias terrenales sean un símbolo de
la gran familia celestial.