Página 201 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Un mensaje a la iglesia moderna
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Pero Israel no cumplió el propósito de Dios. El Señor declaró:
“Yo te planté de buen vidueño, simiente verdadera toda ella: ¿cómo
pues te me has tornado sarmiento de vid extraña?” “Es Israel una
frondosa viña, haciendo frutos para sí”
“Ahora pues, vecinos de
Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué
más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?
¿Cómo, esperando yo que llevase uvas ha llevado uvas silvestres? Os
mostraré pues ahora lo que haré yo a mi viña: Quitaréle su vallado, y
será para ser consumida; aportillaré su cerca, y será para ser hollada;
haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerá el cardo
y las espinas: y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia
sobre ella. Ciertamente... esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia,
y he aquí clamor”
Mediante Moisés, el Señor había presentado delante de su pueblo
el resultado de la infidelidad. Al rehusar guardar su pacto, se habían
de apartar de la vida de Dios, y su bendición no podía venir sobre
ellos. “Guárdate—dijo Moisés—, que no te olvides de Jehová tu
Dios, para no observar sus mandamientos, y sus derechos, y sus
estatutos, que yo te ordeno hoy: que quizás no comas y te hartes,
y edifiques buenas casas en que mores, y tus vacas y tus ovejas
se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se te aumente, y se eleve luego tu corazón, y te olvides de
Jehová tu Dios... Y digas en tu corazón: Mi poder y la fortaleza
de mi mano me han traído esta riqueza... Mas será, si llegares a
olvidarte de Jehová tu Dios, y anduvieres en pos de dioses ajenos, y
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les sirvieres, y a ellos te encorvares, protéstolo hoy contra vosotros,
que de cierto pereceréis. Como las gentes que Jehová destruirá
delante de vosotros, así pereceréis; por cuanto no habréis atendido a
la voz de Jehová vuestro Dios”
La advertencia no fue tenida en cuenta por el pueblo judío. Se
olvidaron de Dios, y perdieron de vista su elevado privilegio como
representantes suyos. Las bendiciones que habían recibido no pro-
porcionaron ninguna bendición al mundo. Todas sus ventajas fueron
empleadas para su propia glorificación. Privaron a Dios del servicio
que él requería de ellos, y robaron a sus prójimos la dirección reli-
giosa y el ejemplo santo. A semejanza de los habitantes del mundo
antediluviano, siguieron todos los pensamientos de su mal corazón.
Así ellos hicieron aparecer como una farsa las cosas sagradas, di-