Página 202 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
ciendo: “Templo de Jehová, templo de Jehová es éste”
mientras
que al mismo tiempo representaban indebidamente el carácter de
Dios, deshonrando su nombre y profanando su santuario.
Los labradores que habían sido encargados de la viña del Señor,
fueron infieles a la confianza depositada en ellos. Los sacerdotes y
los maestros no fueron fieles instructores del pueblo. No mantuvie-
ron delante de él la bondad y la misericordia de Dios y su derecho
a su amor y servicio. Estos labradores buscaron su propia gloria.
Deseaban apropiarse de los frutos de la viña. Tenían el propósito de
atraer la atención y el homenaje hacia sí.
El pecado de estos dirigentes de Israel, no era como el pecado de
un transgresor vulgar. Ellos estaban colocados bajo la más solemne
obligación hacia Dios. Se habían comprometido a enseñar un “así
dice Jehová”, y a manifestar estricta obediencia en su vida práctica.
En vez de hacer esto, pervertían las Escrituras. Colocaban pesa-
das cargas sobre los hombres, estableciendo ceremonias forzosas
en todos los asuntos de la vida. El pueblo vivía en una inquietud
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continua; pues no podía cumplir con los requisitos impuestos por
los rabinos. Cuando vieron la imposibilidad de guardar los manda-
mientos hechos por los hombres, se tornaron descuidados respecto a
los mandamientos de Dios.
El Señor le había enseñado a su pueblo que él era el propietario
de la viña, y que todas sus posesiones les habían sido confiadas a fin
de que fuesen usadas para él. Pero los sacerdotes y los maestros no
realizaban su sagrado oficio como si hubiesen estado manejando la
propiedad de Dios. Le robaban sistemáticamente los medios y las
facilidades confiados a ellos para el adelanto de su obra. Su avaricia
y ambición hacían que fuesen despreciados aun por los paganos. Así
se le dio ocasión al mundo gentil de interpretar mal el carácter de
Dios y las leyes de su reino.
Dios soportó a su pueblo con corazón paternal. Lo constriñó
con misericordias dadas y misericordias retiradas. Pacientemente
le presentó sus pecados, y con tolerancia esperó su reconocimiento.
Fueron enviados profetas y mensajeros para que insistiesen ante los
labradores en las demandas de Dios; pero en vez de ser bienvenidos,
fueron tratados como enemigos. Los labradores los persiguieron
y los mataron. Dios todavía envió otros mensajeros, pero ellos re-