Página 208 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
vicio del santuario. Además de esto habían de traer ofrendas por el
pecado, ofrendas voluntarias, y ofrendas de gratitud. Estos eran los
medios para sostener el ministerio del Evangelio en aquel tiempo.
Dios no espera menos de nosotros de lo que esperaba de su pueblo
antiguamente. Debe llevarse adelante la gran obra de la salvación
de las almas. El ha hecho provisión para esa obra por medio del
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diezmo y las ofrendas. El espera que así se sostenga el ministerio
del Evangelio. Reclama el diezmo como suyo, y siempre debería ser
considerado como una reserva sagrada, a fin de ser colocado en su
tesorería para beneficio de la causa de Dios. El nos pide también
ofrendas voluntarias y ofrendas de gratitud. Todo esto ha de ser
dedicado para la propagación del Evangelio hasta los confines de la
tierra.
El servicio que se hace para Dios incluye el ministerio personal.
Mediante el esfuerzo individual, hemos de cooperar con él en la
salvación del mundo. La orden de Cristo: “Id por todo el mundo;
predicad el Evangelio a toda criatura”
se dirige a cada uno de sus
seguidores. Todos los que sean investidos para una vida semejante
a la de Cristo, han de trabajar por la salvación de sus prójimos. Su
corazón latirá al unísono con el corazón de Cristo. Se manifestará en
ellos el mismo anhelo por las almas que él sentía. No todos pueden
ocupar el mismo lugar en la obra, pero hay un lugar y una obra para
cada uno.
En la antigüedad, Abrahán, Isaac, Jacob y Moisés, con su hu-
mildad y sabiduría, y Josué con sus diversos dones, fueron todos
empleados en el servicio de Dios. La música de María, el valor y la
piedad de Débora, el afecto filial de Rut, la obediencia y fidelidad de
Samuel, la firme fidelidad de Elías, la suavizadora y subyugadora in-
fluencia de Eliseo, todas estas cualidades se necesitaron. Así también
ahora, todos aquellos a quienes Dios ha prodigado sus bendiciones,
han de responder con un servicio verdadero; ha de emplearse cada
don para el adelanto de su reino y la gloria de su nombre.
Todos los que reciben a Cristo como un Salvador personal, han
de manifestar la verdad del Evangelio y su poder salvador en la vida.
Dios no pide nada sin hacer provisión para su cumplimiento. Por
medio de la gracia de Cristo podemos realizar todo lo que Dios
requiere. Todas las riquezas del cielo, han de ser reveladas mediante
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