Página 21 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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La siembra de la verdadx
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dónde iba”
Así el apóstol Pablo, orando en el templo de Jerusalén,
recibió el mensaje de Dios: “Ve, porque yo te tengo que enviar lejos
a los gentiles”
Así los que son llamados a unirse con Cristo deben
dejarlo todo para seguirle a él. Las antiguas relaciones deben ser
rotas, deben abandonarse los planes de la vida, debe renunciarse a
las esperanzas terrenales. La semilla debe sembrarse con trabajo y
lágrimas, en la soledad y mediante el sacrificio.
“El sembrador siembra la palabra”
Cristo vino a sembrar el
mundo de verdad. Desde la caída del hombre, Satanás ha estado
sembrando las semillas del error. Fue por medio de un engaño co-
mo obtuvo el dominio sobre el hombre al principio, y así trabaja
todavía para derrocar el reino de Dios en la tierra y colocar a los
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hombres bajo su poder. Un sembrador proveniente de un mundo
más alto, Cristo, vino a sembrar las semillas de verdad. Aquel que
había estado en los concilios de Dios, Aquel que había morado en
el lugar santísimo del Eterno, podía traer a los hombres los puros
principios de la verdad. Desde la caída del hombre, Cristo había sido
el Revelador de la verdad al mundo. Por medio de él, la incorruptible
simiente, “la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre”
es comunicada a los hombres. En aquella primera promesa pronun-
ciada a nuestra raza caída, en el Edén, Cristo estaba sembrando la
simiente del Evangelio. Pero la parábola se aplica especialmente a
su ministerio personal entre la gente y a la obra que de esa manera
estableció.
La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un
poder germinador. En ella está encerrada la vida de la planta. Así
hay vida en la palabra de Dios. Cristo dice: “Las palabras que yo os
he hablado, son espíritu, y son vida”. “El que oye mi palabra, y cree
al que me ha enviado, tiene vida eterna”
En cada mandamiento y en
cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma
de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento
y la promesa. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo
la misma vida y carácter de Dios.
Cada semilla lleva fruto según su especie. Sembrad la semilla en
las debidas condiciones, y desarrollará su propia vida en la planta.
Recibid en el alma por la fe la incorruptible simiente de la Palabra,
y producirá un carácter y una vida a la semejanza del carácter y la
vida de Dios.