Página 22 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

18
Palabras de Vida del Gran Maestro
Los maestros de Israel no estaban sembrando la simiente de la
Palabra de Dios. La obra de Cristo como Maestro de la verdad se
hallaba en marcado contraste con la de los rabinos de su tiempo.
Ellos se espaciaban en las tradiciones, en las teorías y especulaciones
humanas. A menudo colocaban lo que el hombre había enseñado
o escrito acerca de la Palabra en lugar de la Palabra misma. Su
[21]
enseñanza no tenía poder para vivificar el alma. El tema de la en-
señanza y la predicación de Cristo era la Palabra de Dios. El hacía
frente a los inquiridores con un sencillo: “Escrito está”. “¿Qué di-
ce la Escritura?” “¿Cómo lees?” En toda oportunidad, cuando se
despertaba algún interés, fuera por obra de un amigo o un enemigo,
él sembraba la simiente de la palabra. Aquel que es el Camino, la
Verdad y la Vida, siendo él mismo la Palabra viviente, señala las
Escrituras, diciendo: “Ellas son las que dan testimonio de mí”. “Y
comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en
todas las Escrituras lo que de él decían”
Los siervos de Cristo han de hacer la misma obra. En nuestros
tiempos, así como antaño, las verdades vitales de la Palabra de Dios
son puestas a un lado para dar lugar a las teorías y especulaciones
humanas. Muchos profesos ministros del Evangelio no aceptan toda
la Biblia como palabra inspirada. Un hombre sabio rechaza una
porción; otro objeta otra parte. Valoran su juicio como superior a la
Palabra, y los pasajes de la Escritura que ellos enseñan se basan en su
propia autoridad. La divina autenticidad de la Biblia es destruida. Así
se difunden semillas de incredulidad, pues la gente se confunde y no
sabe qué creer. Hay muchas creencias que la mente no tiene derecho
a albergar. En los días de Cristo los rabinos interpretaban en forma
forzada y mística muchas porciones de la Escritura. A causa de que
la sencilla enseñanza de la Palabra de Dios condenaba sus prácticas,
trataban de destruir su fuerza. Lo mismo se hace hoy en día. Se hace
aparecer a la Palabra de Dios como misteriosa y oscura para excusar
la violación de la ley divina. Cristo reprendió estas prácticas en su
tiempo. El enseñó que la Palabra de Dios había de ser entendida por
todos. Señaló las Escrituras como algo de incuestionable autoridad,
y nosotros debemos hacer lo mismo. La Biblia ha de ser presentada
como la Palabra del Dios infinito, como el fin de toda controversia y
[22]
el fundamento de toda fe.