Página 226 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”,
y el Espíritu reparte “particularmente a cada uno como quiere”
Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verdadera
depende de nuestra recepción del Espíritu de Dios.
La promesa del Espíritu no se aprecia como se debiera. Su cum-
plimiento no se comprende como se podría. La ausencia del Espíritu
es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Se puede
poseer sabiduría, talentos, elocuencia, todo don natural o adquirido;
pero sin la presencia del Espíritu de Dios no se conmoverá a nin-
gún corazón ni ningún pecador será ganado para Cristo. Por el otro
lado, si están relacionados con Cristo, si los dones del Espíritu son
suyos, los más pobres y los más ignorantes de sus discípulos tendrán
un poder que hablará a los corazones. Dios los convierte en los
instrumentos que ejercen la más elevada influencia en el universo.
Otros talentos
Los dones especiales del Espíritu no son los únicos talentos
representados en la parábola. Ella incluye todos los dones y talentos,
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ya sean originales o adquiridos, naturales o espirituales. Todos han
de ser empleados en el servicio de Cristo. Al convertirnos en sus
discípulos, nos entregamos a él con todo lo que somos y tenemos.
El nos devuelve esos dones purificados y ennoblecidos, a fin de que
los empleemos para su gloria bendiciendo a nuestros prójimos.
A cada hombre Dios lo ha dotado “conforme a su facultad”. Los
talentos no se distribuyen caprichosamente; el que tiene capacidad
para usar cinco talentos, recibe cinco; el que no puede aprovechar
sino dos, recibe dos; el que puede sabiamente usar sólo uno, recibe
uno. Nadie necesita lamentarse por no haber recibido dones mayo-
res; pues Aquel que los ha distribuido a todo hombre es honrado
igualmente por el aprovechamiento de cada depósito, ora sea grande
o pequeño. Aquel a quien se le han entregado cinco talentos, ha
de rendir cuenta por el aprovechamiento de cinco; el que no tiene
sino uno, por el de uno. Dios espera resultados por lo que el hombre
“tiene, no por lo que no tiene”