Página 228 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
El Señor requiere que cada cristiano crezca en eficiencia y capa-
cidad en todo sentido. Cristo nos ha pagado nuestro salario, su propia
sangre y sufrimiento, para obtener nuestro servicio voluntario. Vino
a nuestro mundo para darnos un ejemplo de cómo debemos trabajar,
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y qué espíritu debiéramos manifestar en nuestra labor. Desea que
estudiemos la mejor forma de hacer adelantar su obra y glorificar su
nombre en el mundo, coronando de honor y del más grande amor y
devoción al Padre, que “de tal manera amó... al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna”
Sin embargo, Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asun-
to fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no
se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Un carácter noble se
obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos
y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales;
nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas
y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras con-
flicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a
nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir
un solo rasgo desfavorable.
Nadie diga: No puedo remediar mis defectos de carácter. Si
llegáis a esta conclusión, dejaréis ciertamente de obtener la vida
eterna. La imposibilidad reside en vuestra propia voluntad. Si no
queréis, no podéis vencer. La verdadera dificultad proviene de la
corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad
para someterse al gobierno de Dios.
Muchos a quienes Dios ha calificado para hacer un excelente
trabajo, realizan muy poco, porque intentan poco. Miles pasan por la
vida como si no tuvieran objeto definido por el cual vivir, ni norma
que alcanzar. Los tales recibirán una recompensa proporcionada a
sus obras.
Recordad que nunca alcanzaréis una norma más elevada que
la que vosotros mismos os fijéis. Proponeos, pues, un blanco alto,
y ascended todo el largo de la escalera del progreso paso a paso,
aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio. Que
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nada os estorbe. El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún
ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente
y en la incertidumbre. Las circunstancias adversas deberían crear