Página 229 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Cómo enriquecer la personalidad
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una firme determinación de vencerlas. El quebrantar una barrera
dará mayor habilidad y valor para seguir adelante. Avanzad con
determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán
vuestros ayudadores, no vuestros obstáculos.
Para gloria del Maestro, ambicionad cultivar todas las gracias
del carácter. Debéis agradar a Dios en todos los aspectos de la
formación de vuestro carácter. Podéis hacerlo, pues Enoc agradó al
Señor aunque vivía en una época degenerada. Y en nuestros días
también hay Enocs.
Permaneced firmes como Daniel, el fiel hombre de estado a
quien ninguna tentación pudo corromper. No chasqueéis a Aquel
que os amó de tal manera que dio su propia vida para expiar vuestros
pecados. “Sin mí nada podéis hacer”
dice. Recordad esto. Si habéis
cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los
consideráis señales de advertencia. De ese modo transformáis la
derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando a vuestro
Redentor.
Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que
podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo
andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo
a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo
mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo
del carácter en esta vida.
Los seres celestiales obrarán con el agente humano que con
determinada fe busque esa perfección de carácter que alcanzará la
perfección en la acción. Cristo dice a cada uno de los que se ocupan
en su obra: Estoy a tu mano derecha para ayudarte.
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Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios,
llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden
suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son
habilitaciones.
Las facultades mentales
Dios requiere el adiestramiento de las facultades mentales. El
se propone que sus siervos posean más inteligencia y más claro
discernimiento que los mundanos, y le desagradan aquellos que
son demasiado descuidados o indolentes para llegar a ser obreros