Página 237 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Cómo enriquecer la personalidad
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influencia, los ángeles estarán a nuestro lado, induciéndonos a un
mejor proceder, escogiendo las palabras por nosotros, e influyendo
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en nuestras acciones. En esta forma, nuestra influencia puede llegar
a ser un gran poder, aunque silencioso e inconsciente, para llevar a
otros a Cristo y al mundo celestial.
El tiempo
Nuestro tiempo pertenece a Dios. Cada momento es suyo, y nos
hallamos bajo la más solemne obligación de aprovecharlo para su
gloria. De ningún otro talento que él nos haya dado requerirá más
estricta cuenta que de nuestro tiempo.
El valor del tiempo sobrepuja todo cómputo. Cristo consideraba
precioso todo momento, y así es como hemos de considerarlo noso-
tros. La vida es demasiado corta para que se la disipe. No tenemos
sino unos pocos días de gracia en los cuales prepararnos para la
eternidad. No tenemos tiempo para perder, ni tiempo para dedicar a
los placeres egoístas, ni tiempo para entregarnos al pecado. Es ahora
cuando hemos de formar caracteres para la vida futura e inmortal.
Es ahora cuando hemos de prepararnos para el juicio investigador.
Apenas los miembros de la familia humana han empezado a vivir,
cuando comienzan a morir, y la labor incesante del mundo termina en
la nada a menos que se obtenga un verdadero conocimiento respecto
a la vida eterna. El hombre que aprecia el tiempo como su día de
trabajo, se preparará para una mansión y una vida inmortales. Vale
la pena que él haya nacido.
Se nos amonesta a redimir el tiempo. Pero el tiempo desperdi-
ciado no puede recuperarse jamás. No podemos hacer retroceder
ni un solo momento. La única manera en la cual podemos redimir
nuestro tiempo es aprovechando lo más posible el que nos queda,
colaborando con Dios en su gran plan de redención.
En aquel que hace esto se efectúa una transformación del carác-
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ter. Llega a ser hijo de Dios, miembro de la familia real, hijo del Rey
celestial. Está capacitado para ser compañero de los ángeles.
Ahora es nuestro tiempo de trabajar por la salvación de nuestros
semejantes. Hay algunos que piensan que si dan dinero a la causa
de Cristo, eso es todo lo que se requiere de ellos; el tiempo precioso
en el cual pudieran hacer obra personal para Cristo, pasa sin ser