Página 240 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

236
Palabras de Vida del Gran Maestro
Los padres no pueden cometer un pecado mayor que el de per-
mitir que sus hijos no tengan nada que hacer. Los niños pronto
aprenden a amar la ociosidad, y llegan a ser hombres y mujeres
negligentes e inútiles. Cuando tienen la edad suficiente para ganarse
la vida y hallar empleo, trabajan de una manera perezosa, esperando
sin embargo que se les pague tanto como si hubieran sido fieles.
Existe una diferencia enorme entre esta clase de obreros y aquellos
que se dan cuenta de que deben ser fieles mayordomos.
[281]
Los hábitos de indolencia y descuido consentidos en el trabajo
común, serán llevados a la vida religiosa, e incapacitarán a uno para
prestar cualquier servicio eficiente a Dios. Muchos que, mediante
una labor diligente podrían haber sido una bendición para el mundo,
se han visto arruinados por causa de la ociosidad. La falta de em-
pleo y de un propósito determinado abren la puerta a un millar de
tentaciones. Las malas compañías y los hábitos viciosos depravan
la mente y el alma, y el resultado es la ruina para esta vida y la
venidera.
Cualquiera que sea el ramo de trabajo en el cual nos ocupemos,
la Palabra de Dios nos enseña a ser “en el cuidado no perezosos;
ardientes en espíritu, sirviendo al Señor”. “Todo lo que te viniere
a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”, “sabiendo que del
Señor recibiréis la compensación de la herencia: porque al Señor
Cristo servís”
La salud
La salud es una bendición cuyo valor pocos aprecian; no obstan-
te, de ella depende mayormente la eficiencia de nuestras facultades
mentales y físicas. Nuestros impulsos y pasiones tienen su asiento
en el cuerpo, y éste debe conservarse en la mejor condición física,
y bajo las influencias más espirituales, a fin de que pueda darse el
mejor uso a nuestros talentos.
Cualquier cosa que disminuya la fuerza física, debilita la mente
y la vuelve menos capaz de discernir entre lo bueno y lo malo. Nos
volvemos menos capaces de escoger lo bueno, y tenemos menos
fuerza de voluntad para hacer lo que sabemos que es recto.
El uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el período
de tiempo en el cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria