Página 241 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Cómo enriquecer la personalidad
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de Dios. Y ello nos incapacita para realizar la obra que Dios nos
ha dado para hacer. Al permitirnos formar malos hábitos, acostán-
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donos a horas avanzadas, complaciendo el apetito a expensas de la
salud, colocamos los cimientos de nuestra debilidad. Descuidando
el ejercicio físico, cansando demasiado la mente o el cuerpo, des-
equilibramos el sistema nervioso. Los que así acortan su vida y se
incapacitan para el servicio al no tener en cuenta las leyes naturales,
son culpables de estar robando a Dios. Y están robando también a
sus semejantes. La oportunidad de bendecir a otros, la misma obra
para la cual Dios los envió al mundo, ha sido acortada por su propia
conducta. Y se han incapacitado para hacer aun aquello que podían
haber efectuado en un tiempo mucho más breve. El Señor nos consi-
dera culpables cuando por nuestros hábitos perjudiciales privamos
así al mundo del bien.
La violación de la ley física es transgresión de la ley moral;
porque Dios es tan ciertamente el autor de las leyes físicas como
lo es de la ley moral. Su ley está escrita con su propio dedo sobre
cada nervio, cada músculo y cada facultad que ha sido confiada al
hombre. Y todo abuso que cometamos de cualquier parte de nuestro
organismo es una violación de dicha ley.
Todos debieran poseer un conocimiento inteligente del orga-
nismo humano, para poder conservar sus cuerpos en la condición
necesaria para hacer la obra del Señor. La vida física ha de ser cui-
dadosamente preservada y desarrollada, a fin de que a través de la
humanidad pueda ser revelada la naturaleza divina en toda su pleni-
tud. La relación del organismo físico con la vida espiritual es uno de
los ramos más importantes de la educación. Debiera recibir una aten-
ción cuidadosa en el hogar y en la escuela. Todos necesitan llegar a
familiarizarse con su estructura física y las leyes que gobiernan la
vida natural. El que permanece en la ignorancia voluntaria respecto
de las leyes de su ser físico, y viola dichas leyes por desconocerlas,
está pecando contra Dios. Todos deben mantener la mejor relación
posible con la vida y la salud. Nuestros hábitos deben colocarse bajo
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el control de una mente gobernada por Dios.
“¿Ignoráis—dice el apóstol Pablo—que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio; glorificad