Página 244 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
oportunidades para llegar a ser sabios y eficientes, son aquellos que
están usando sus aptitudes para edificar el reino de Dios en nuestro
mundo. De Daniel sabemos que aun cuando todas sus transacciones
comerciales eran sometidas al más minucioso examen, no se podía
hallar una sola falta o error. El fue un ejemplo de lo que puede ser
todo hombre de negocios. Su historia muestra lo que puede realizar
una persona que consagra la fuerza del cerebro, los huesos y los
músculos, del corazón y la vida, al servicio de Dios.
El dinero
Dios también confía recursos a los hombres. El les da el poder
de obtener riquezas. El riega la tierra con el rocío del cielo y con
aguaceros de refrescante lluvia. El da el sol que calienta la tierra,
despertando a la vida las cosas de la naturaleza y haciéndolas florecer
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y producir fruto. Y él pide una retribución de lo que es suyo.
No nos ha sido dado nuestro dinero para que pudiéramos honrar-
nos y glorificarnos a nosotros mismos. Como fieles mayordomos,
hemos de usarlo para honra y gloria de Dios. Algunos piensan que
sólo pertenece al Señor una porción de sus medios. Cuando han
puesto aparte una porción con fines religiosos y caritativos, conside-
ran que el resto les pertenece para usarlo como crean conveniente.
Pero en esto se equivocan. Todo lo que poseemos es del Señor y
somos responsables ante él del uso que le demos. En el empleo de
cada centavo se verá si amamos a Dios por encima de todas las cosas
y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien. En
manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida
para el sediento, y vestido para el desnudo. Es una defensa para el
oprimido y un medio de ayudar al enfermo. Pero el dinero no es de
más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las
necesidades de la vida, beneficiar a otros, y hacer progresar la causa
de Cristo.
La riqueza atesorada no es meramente inútil: es una maldición.
En esta vida es una trampa para el alma, pues aparta los afectos del
tesoro celestial. En el gran día de Dios su testimonio con respecto a
los talentos no usados y a las oportunidades descuidadas condenará
a su poseedor. La Escritura dice: “Ea ya ahora, oh ricos, llorad