Página 246 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
responsabilidad. Aquellos que poseen grandes cualidades afectivas
tienen ante Dios la obligación de prodigarlas no solamente a sus
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amigos, sino a todos los que necesitan ayuda. Las ventajas sociales
son talentos, y hay que usarlas para beneficio de todos los que están
al alcance de nuestra influencia. El amor que prodiga sus bondades
sólo a unos pocos, no es amor, es egoísmo. De ninguna manera
obrará para el bien de las almas o la gloria de Dios. Los que así
dejan de aprovechar los talentos de su Señor, son aún más culpables
que aquellos por quienes ellos sienten tal menosprecio. A los tales
les dirá: Sabíais la voluntad de vuestro Señor, pero no la hicisteis.
Los talentos son multiplicados por el uso
Los talentos que se usan son talentos que se multiplican. El éxito
no es el resultado de la casualidad o del destino; es la operación
de la providencia de Dios, la recompensa de la fe y la discreción,
de la virtud y el esfuerzo perseverante. El Señor desea que use-
mos cada don que poseemos; y si lo hacemos, tendremos mayores
dones para usar. El no nos capacita de una manera sobrenatural
con las cualidades de que carecemos; pero mientras usamos lo que
tenemos, él obrará con nosotros para aumentar y fortalecer toda
facultad. En todo sacrificio ferviente y sincero que hagamos en el
servicio del Maestro, nuestras facultades se acrecentarán. Mientras
nos entregamos como instrumentos para la operación del Espíritu
Santo, la gracia de Dios trabajará en nosotros sojuzgando las viejas
inclinaciones, venciendo las propensiones poderosas y formando
nuevos hábitos. Cuando apreciamos y obedecemos las indicaciones
del Espíritu, nuestros corazones son ampliados para recibir más y
más de su poder, y para hacer una obra mayor y mejor. Las energías
dormidas son despertadas, y las facultades paralizadas reciben nueva
vida.
El humilde obrero que responde obedientemente al llamado de
Dios puede estar seguro de que recibirá ayuda divina. El aceptar
una responsabilidad tan grande y santa resulta elevador para el ca-
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rácter. Pone en acción las facultades mentales y espirituales más
elevadas y fortalece y purifica la mente y el corazón. Mediante la
fe en el poder de Dios, es admirable cuán fuerte puede llegar a ser
un hombre débil, cuán decididos sus esfuerzos, cuán prolífico en