Página 247 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Cómo enriquecer la personalidad
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grandes resultados. El que empieza con poco conocimiento, de una
manera humilde, y dice lo que sabe, mientras busca diligentemente
un conocimiento mayor, hallará todo el tesoro celestial que espera su
demanda. Cuanto más trate de impartir luz, más luz recibirá. Cuanto
más procure uno explicar la Palabra de Dios a otros, con amor por las
almas, más clara se le presentará ésta. Cuanto más usemos nuestro
conocimiento y ejercitemos nuestras facultades, más conocimiento
y poder tendremos.
Todo esfuerzo hecho por Cristo repercutirá en bendición sobre
nosotros mismos. Si empleamos nuestros recursos para su gloria,
él nos dará más. Al procurar ganar a otros para Cristo, llevando la
preocupación por las almas en nuestras oraciones, nuestros propios
corazones palpitarán bajo la vivificante influencia de la gracia de
Dios; nuestros propios afectos resplandecerán con más divino fervor;
nuestra vida cristiana toda será más real, más ferviente, más llena
de oración.
El valor del hombre se estima en el cielo de acuerdo con la capa-
cidad que el corazón tiene de conocer a Dios. Este conocimiento es
la fuente de la cual fluye todo poder. Dios creó al hombre de manera
que toda facultad pudiera ser la facultad de la mente divina; y está
siempre tratando de asociar la mente humana con la divina. El nos
ofrece el privilegio de cooperar con Cristo en la obra de revelar su
gracia al mundo, a fin de que podamos recibir un conocimiento ma-
yor de las cosas celestiales. Mirando a Jesús obtenemos vislumbres
más claras y distintas de Dios, y por la contemplación somos trans-
formados. La bondad, el amor por nuestros semejantes, llega a ser
nuestro instinto natural. Desarrollamos un carácter que será la copia
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del carácter divino. Creciendo a su semejanza, ampliamos nuestra
capacidad de conocer a Dios. Entramos cada vez en mayor relación
con el mundo celestial, y llegamos a poseer un poder creciente para
recibir las riquezas del conocimiento y la sabiduría de la eternidad.
Un solo talento
El hombre que recibió un solo talento, “fue y cavó en la tierra, y
escondió el dinero de su Señor”.
El que había recibido el menor don fue el que dejó su talento sin
aprovechar. Aquí se da una amonestación a todos los que sienten que