Página 254 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
No debemos hablar de nuestra propia debilidad o incapacidad.
Esto es una manifiesta desconfianza en Dios, una negación de su
Palabra. Cuando murmuramos a causa de nuestras cargas, o re-
chazamos las responsabilidades que él nos llama a llevar, estamos
prácticamente diciendo que él es un amo duro, que exige lo que no
nos ha dado poder para hacer.
Estamos a menudo propensos a llamar humildad al espíritu del
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siervo holgazán. Pero la verdadera humildad es completamente
distinta. El estar vestidos de humildad no significa que hemos de ser
enanos intelectualmente, deficientes en la aspiración y cobardes en la
vida, rehuyendo las cargas por temor de no poderlas llevar con éxito.
La verdadera humildad cumple el propósito de Dios dependiendo
de su fuerza.
Dios obra por medio de los que él elige. A veces elige al más hu-
milde instrumento para que efectúe la mayor obra; porque su poder
se revela en la debilidad del hombre. Los humanos tenemos nuestra
norma, y en virtud de ella clasificamos una cosa como grande y otra
como pequeña; pero Dios no valora las cosas de acuerdo con nuestra
regla. No hemos de suponer que lo que es grande para nosotros tiene
que ser grande para Dios, o lo que es pequeño para nosotros tiene
que ser pequeño para Dios. No nos toca a nosotros juzgar nuestros
propios talentos o elegir nuestra obra. Hemos de llevar las cargas
que Dios nos señala, llevándolas por su causa, y siempre recurriendo
a él en busca de descanso. Cualquiera sea nuestra obra, Dios es hon-
rado por un servicio alegre y de todo corazón. El se agrada cuando
afrontamos nuestros deberes con gratitud, regocijándonos de que se
nos considere dignos de ser sus colaboradores.
El talento quitado
Sobre el siervo negligente se pronunció esta sentencia: “Quitadle
pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos”. Aquí así como
en la recompensa del siervo fiel, se indica no sólo el galardón que
se recibirá en el día del juicio final, sino el proceso gradual de retri-
bución en esta vida. Como en el mundo natural, así en el espiritual,
toda facultad que no se usa, se debilita y decae. La actividad es la ley
de la vida: el ocio es muerte. “A cada uno le es dada manifestación
del Espíritu para provecho”
Empleados para bendecir a otros, sus