Página 260 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
en la gran redención. Todos estos dones han de ser empleados en
beneficiar a la humanidad, en aliviar a los dolientes y menesterosos.
Debemos alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, cuidar
de la viuda y los huérfanos, servir a los angustiados y oprimidos.
Dios no quiso nunca que existiese la extensa miseria que hay en
el mundo. Nunca quiso que un hombre tuviese abundancia de los
lujos de la vida mientras que los hijos de otros llorasen por pan. Los
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recursos que superan las necesidades reales de la vida, son confiados
al hombre para hacer bien, para beneficiar a la humanidad. El Señor
dice: “Vended lo que poseéis, y dad limosna”. Sed “dadivosos”,
comunicad “con facilidad”. “Cuando haces banquete, llama a los
pobres, los mancos, los cojos, los ciegos”
“Desatar las ligaduras
de impiedad”, “deshacer los haces de opresión”, “dejar ir libres a los
quebrantados”, “que rompáis todo yugo”. “Que partas tu pan con el
hambriento”, que “a los pobres errantes metas en casa”. “Cuando
vieres al desnudo, lo cubras”. Que “saciares el alma afligida”. “Id
por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura”
Estas
son las órdenes del Señor. ¿Está haciendo esta obra el conjunto de
los que profesan ser cristianos?
¡Cuántos hay que se están apropiando para sí los dones de Dios!
¡Cuántos están añadiendo una casa a otra y un terreno a otro! ¡Cuán-
tos están gastando su dinero en placeres para satisfacer el apetito,
conseguir casas, muebles y vestiduras extravagantes! Dejan a sus
semejantes en la miseria y el crimen, la enfermedad y la muerte.
Multitudes están pereciendo sin una mirada de compasión, ni una
palabra, ni una acción de simpatía.
Los hombres se hacen culpables de robar a Dios. Su empleo
egoísta de los recursos que tienen priva al Señor de la gloria que
debiera tributársele mediante el alivio de la humanidad doliente y la
salvación de las almas. Están cometiendo desfalcos con los bienes
que él les ha confiado. El Señor declara: “Llegarme he a vosotros
a juicio y seré pronto testigo contra los que detienen el salario del
jornalero, de la viuda, y del huérfano, y los que hacen agravio al
extranjero”. “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis
robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? Los diezmos y las
primicias. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación
toda, me habéis robado”. “Ea ya ahora, oh ricos... vuestras riquezas
están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro
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