Página 27 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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La siembra de la verdadx
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Así, en los hogares de los profesos cristianos se inculca a muchos
jóvenes la incredulidad. Y los padres se preguntan por qué sus hijos
tienen tan poco interés en el Evangelio, y se hallan tan listos para
dudar de las verdades bíblicas. Se admiran de que sea tan difícil
alcanzarlos con las influencias morales y religiosas. No ven que su
propio ejemplo ha endurecido el corazón de sus hijos. La buena
semilla no encuentra lugar para arraigarse, y Satanás la arrebata.
En pedregales
“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y luego la recibe con gozo. Mas no tiene raíz en sí, antes
es temporal que venida la aflicción o la persecución por la palabra,
luego se ofende”.
La semilla sembrada en lugares pedregosos encuentra poca pro-
fundidad de tierra. La planta brota rápidamente, pero la raíz no puede
penetrar en la roca para encontrar el alimento que sostenga su cre-
cimiento, y pronto muere. Muchos que profesan ser religiosos son
oidores pedregosos. Así como la roca yace bajo la capa de tierra, el
egoísmo del corazón natural yace debajo del terreno de sus buenos
deseos y aspiraciones. No subyugan el amor propio. No han visto la
excesiva pecaminosidad del pecado, y su corazón no se ha humilla-
do por el sentimiento de su culpa. Esta clase puede ser fácilmente
convencida, y parecen ser conversos inteligentes, pero tienen sólo
una religión superficial.
No se retractan porque hayan recibido la palabra inmediatamente
ni porque se regocijen en ella. Tan pronto como San Mateo oyó el
llamamiento del Salvador, se levantó de inmediato, dejó todo y lo
siguió. Tan pronto como la palabra divina viene a nuestros corazones,
Dios desea que la recibamos, y es lo correcto aceptarla con gozo.
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Hay “gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente”
Y hay
gozo en el alma que cree en Cristo. Pero aquellos de los cuales la
parábola dice que reciben la palabra inmediatamente, no calculan
el costo. No consideran lo que la palabra de Dios requiere de ellos.
No examinan todos sus hábitos de vida a la luz de la palabra, ni se
entregan por completo a su dominio.
Las raíces de la planta penetran profundamente en el suelo, y
ocultas de la vista nutren la vida del vegetal. Tal debe ocurrir con el