Página 270 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
verso, se combinan la divinidad y la humanidad. Relacionados con
Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por los áureos
eslabones de la cadena del amor. Entonces la piedad y la compasión
de Cristo se manifestarán en nuestra vida. No esperaremos que se
nos traigan los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que
se nos suplique para sentir las desgracias ajenas. Será para nosotros
tan natural ministrar a los menesterosos y dolientes como lo fue para
Cristo andar haciendo bienes.
Siempre que haya un impulso de amor y simpatía, siempre que el
corazón anhele beneficiar y elevar a otros, se revela la obra del Espíri-
tu Santo de Dios. En las profundidades del paganismo, hombres que
no tenían conocimiento de la ley escrita de Dios, que nunca oyeron
el nombre de Cristo, han sido bondadosos para con sus siervos, pro-
tegiéndolos con peligro de sus propias vidas. Sus actos demuestran
la obra de un poder divino. El Espíritu Santo ha implantado la gracia
de Cristo en el corazón del salvaje, despertando sus simpatías que
son contrarias a su naturaleza y a su educación. La luz “que alumbra
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a todo hombre que viene a este mundo”
está resplandeciendo en
su alma; si presta atención a esta luz, ella guiará sus pies al reino de
Dios.
La gloria del cielo consiste en elevar a los caídos, consolar a
los angustiados. Siempre que Cristo more en el corazón humano,
se revelará de la misma manera. Siempre que actúe, la religión de
Cristo beneficiará. Donde quiera que obre, habrá alegría.
Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionali-
dad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos
los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por
la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación,
para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudie-
se tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo,
tan completo, que penetra por doquiera. Libra de la influencia de
Satanás a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños.
Las coloca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco
de la promesa.
En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos
son atraídos por su preciosa sangre
Cualquiera que sea la diferencia de creencia religiosa, el llama-
miento de la humanidad doliente debe ser oído y contestado. Donde