Página 278 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
Mas la pregunta de Pedro: “¿Qué pues tendremos?” había revela-
do un espíritu que, de no ser corregido, haría ineptos a los discípulos
para ser mensajeros de Cristo: era el espíritu del asalariado. Aunque
habían sido atraídos por el amor de Cristo, los discípulos no esta-
ban completamente libres de farisaísmo. Todavía trabajaban con el
pensamiento de merecer una recompensa en proporción a su labor.
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Acariciaban un espíritu de exaltación y complacencia propias, y
hacían comparaciones entre ellos. Cuando alguno de ellos fracasaba
en algún respecto, los otros se sentían superiores.
Para que los discípulos no perdieran de vista los principios del
Evangelio, Cristo les relató una parábola que ilustraba la manera en
la cual Dios trata con sus siervos, y el espíritu con el cual él quiere
que trabajen para él.
“El reino de los cielos—dijo él—, es semejante a un hombre,
padre de familia, que salió por la mañana a ajustar obreros para
su viña”. Era costumbre que los hombres que buscaban empleo
esperaran en el mercado, y allá iban los contratistas a buscar siervos.
Se representa al hombre de la parábola saliendo a diferentes horas
para emplear obreros. Aquellos que son empleados en las primeras
horas convienen en trabajar por una suma determinada; los que son
ajustados más tarde dejan su sueldo al juicio del dueño de casa.
“Y cuando fue la tarde del día, el Señor de la viña dijo a su
mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando
desde los postreros hasta los primeros. Y viniendo los que habían
ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Y
viniendo también los primeros, pensaban que habían de recibir más;
pero también ellos recibieron cada uno un denario”.
El trato del jefe de la casa con los obreros de su viña representa
la forma en que Dios se relaciona con la familia humana. Dicho
trato es contrario a las costumbres que prevalecen entre los hom-
bres. En los negocios mundanales, se otorga la compensación de
acuerdo con la obra realizada. El obrero espera que se le pague úni-
camente lo que gana. Pero en la parábola, Cristo estaba ilustrando
los principios de su reino, un reino que no es de este mundo. El no
se rige por una norma humana. El Señor dice: “Mis pensamientos
no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos...
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Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más